lunes, 1 de febrero de 2021
revista el Ser 88 parte 1
Los Siete Radicales del Fuego
Imagen: Vesta, el arte de mantener el fuego del hogar. Sebastiano Ricci. 1723.
Fino lector, Así como el agua, el fuego es un elemento muy importante a tomar en cuenta en la vida de todo ser humano. El fuego encierra grandes misterios. No por casualidad fue que los egipcios, aztecas, incas, persas, etc., etc., le rindieron culto al fuego.
Los sacerdotes persas tenían una antiquísima liturgia esotérica relacionada con el culto al fuego. La doctrina secreta del Avesta o textos sagrados persas, dice que existen distintos fuegos; el fuego del rayo que centellea en la noche terrible, el que trabaja en el interior del organismo humano transformado en calorías, el que se concentra en las plantas inocentes de la naturaleza, el que vomitan los volcanes de la tierra, el que usamos para cocinar nuestros alimentos y aquél que arde delante de la deidad suprema persa, Ahura Mazda, formando su divina aureola. Solo la sabiduría del fuego nos puede conducir hacia una verdadera transformación.
Dentro de las partes del Ser, de nuestro Ser interior profundo, de la parte más divina que tenemos todos nosotros en nuestro interior, existen Los siete radicales del fuego, también llamados los siete kundalinis, son siete grados de poder interior que debemos desarrollar ya que nos ayudan mucho en nuestro trabajo interior. Son siete serpientes, dos grupos de a tres, con la coronación sublime de la séptima lengua de fuego que nos une con el Padre, la Ley dentro de nosotros. Estas son llamadas también las siete mujeres serpientes, las siete vírgenes. Son siete poderes inertes que debemos levantar en cada uno de nuestros cuerpos.
Realmente el fuego tiene muchas modificaciones y se desarrolla en siete dimensiones, recordemos que el hombre es séptuple en su constitución interna, posee siete cuerpos.
La Constitución septenaria del hombre es la siguiente:
1.- Cuerpo Físico, es el único que aceptamos porque lo podemos ver, tocar, sentir y oler.
2.- Cuerpo Vital, es el aura de todo ser humano, ya fotografiado por la cámara kirlian, los rusos le dan el nombre de cuerpo bioplástico.
3.- El cuerpo astral, es el que usamos en los sueños, se le llama astral porque flota como los astros.
4.- El cuerpo mental o de los pensamientos, todos tenemos pensamientos.
5.- El cuerpo de la voluntad o causal, el que nos mueve a hacer las cosas, (trabajo, estudios, deporte, etc.)
6.- El cuerpo de la conciencia o Buddhi, el que nos activa el remordimiento cuando queremos actuar mal.
7.- El cuerpo del Íntimo, del Ser, Atman, el que nos impulsa a hacer la voluntad del Padre.
Bien, pues estos siete cuerpos, cada uno, tienen sus siete principios ígneos, simbolizados por siete serpientes flamígeras, que como se ha dicho están inertes, caídas, las cuales debemos levantar a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios, valiéndonos del sabio uso de nuestras energías creadoras y el buen uso del verbo. A estos siete cuerpos, ya con sus serpientes levantadas, en teosofía (la ciencia de Dios), se les da el nombre de los siete hermanos del fuego, Los siete radicales del fuego. Si son siete cuerpos y cada uno tiene sus siete serpientes, son siete grupos de fuegos, si multiplicamos 7 x 7 = tenemos como resultado un gran grupo de 49 fuegos, ese gran grupo de 49 fuegos, existe en cada uno de nosotros, son las partes autónomas y auto conscientes de nuestro propio Ser, aquí y ahora.
Existen pues 49 fuegos, cuya raíz está en nuestro Íntimo. Los 49 fuegos arden dentro del universo y dentro del hombre auto realizado, dentro del hombre que ya no tiene ego, que ya no tiene yoes. Nuestro Ser tiene, pues, 49 partes independientes, es nuestro Ser, un colegio de cuarenta y nueve niños, pues visto clarividentemente, nuestro Ser parece un ejército de pequeños niños.
De la decencia sexual, es decir, del sabio uso de las energías creadoras del hombre y la mujer, en matrimonios legítimamente constituidos, nacen Los siete radicales del fuego de cada uno.
El fuego de Ahura Mazda entre los persas es Alá, Dios, Brahatma, INRI, Zen, etc., etc., etc.
El fuego es la reflexión más perfecta y nunca adulterada (tanto en los cielos como en la tierra) de la llama una.
Escrito está que de una luz brotan siete luces, y de cada una de ellas brotan otras siete, siete veces siete.
En lo externo, el fuego origina la vida y la muerte, es el origen y el fin de todas las cosas, en lo interno, es el que origina la muerte del ego, de todo ese conjunto de yoes pendencieros y gritones que llevamos dentro y así el hombre y la mujer puedan re crearse, regenerarse, levantar las serpientes ígneas de sus siete cuerpos y acceder a una nueva vida, llena de refinamiento anímico y espiritual, de amor, comprensión y apoyo mutuo, pues donde el yo ha muerto, reina la más absoluta felicidad y paz.
Solo mediante el fuego es posible desintegrar los demonios rojos de Seth, nombre que los egipcios le dan a esa multiplicidad de yoes que nos agobian internamente. Cualquier trabajo que haga uno sobre sí mismo con el propósito de lograr un desarrollo anímico e espiritual, se relaciona siempre con el aislamiento (muy bien entendido), pues bajo la influencia de la vida, tal como siempre la vivimos, no es posible desarrollar otra cosa que la personalidad. Necesitamos vivir en relación con nuestros semejantes, pero, sin identificarnos con las circunstancias de la vida.
Y enfatiza el Maestro Samael Aun Weor: “Si el pobre mamífero intelectual equivocadamente llamado hombre, (que somos todos) no se aísla, sino que se identifica con todas las circunstancias de la vida y derrocha sus fuerzas en emociones negativas, en auto consideraciones personales y en vana palabrería insustancial de charla ambigua, nada edificante, ningún elemento real puede desarrollarse en él, salvo lo que pertenece al mundo de la mecanicidad” “Ciertamente quien quiera de verdad desarrollar en sí mismo el desarrollo de la esencia, debe de estar herméticamente cerrado (esto se refiere a algo íntimo, estrechamente relacionado con el silencio). La frase viene de los antiguos tiempos, cuando se enseñaba secretamente una Doctrina sobre el desarrollo interior del hombre, vinculada con el nombre de Hermes. “Estoy hablando del fuego (esta es la Doctrina del fuego) y de los signos maravillosos del Agni - Yoga, Gnosticismo Puro, Gnosticismo exacto que ustedes deben tratar de comprender”.
Fuente: libros: El Cristo Social, Misterios del Fuego y el folleto “Los siete radicales del Fuego.
Enviado por instructor: J. Isabel Mauricio Vargas. Rincón de Romos, Ags.
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