martes, 6 de julio de 2021
Libro: Tiempo Azul Capítulo 12. El Maestro Kao Feng
Libro: Tiempo Azul
Capítulo 12. El Maestro Kao Feng
Capítulo 12. El Maestro Kao Feng
[Biografía original en: Mensaje de Navidad 1967-1968. Los Cuerpos Solares. Samael Aun Weor].
Este iniciado de la antigua China entra al sacerdocio en un monasterio a la edad de quince años y se ordena como sacerdote a los veinte. Debemos entender el sacerdocio de estos antiguos monasterios como el consagrarse tanto de la mujer como el del varón al trabajo por auto realizarse, es decir, ser una pieza más en la difusión de la gnosis, para que llegue esta enseñanza, como un día llegó a nosotros, y sirva para que los seres humanos tengan las claves para trascender el estado en que estamos. Su escasa edad nos muestra que, para ayudar a difundir la gnosis en el mundo, no se requiere de años y más años, sino más bien de voluntad, cariño, entrega, servicio, sinceridad, desinterés, etc.
Sacerdote maya, al igual que en el budismo, representan el consagrarse al camino interior y al servicio desinteresado por la humanidad. Zona Arqueológica de Palenque Chiapas. México. Cultura Maya.
Sacerdote maya, al igual que en el budismo, representan el consagrarse al camino interior y al servicio desinteresado por la humanidad. Zona Arqueológica de Palenque Chiapas. México. Cultura Maya.
Nos comenta que se dio cuenta que todos los seres humanos estamos con la conciencia dormida, esto nos invita, realmente, a descubrir ese estado en nosotros, como primera tarea. Una cosa es saber, intelectualmente, que nuestra conciencia se encuentra dormida, y otra muy diferente es comprobarlo por sí mismos en el campo de los hechos. Cuando en verdad descubrimos lo dormidos que estamos, podemos, entonces, iniciar el trabajo por despertar a través de la meditación.
Nos da a entender que necesitamos de humildad para iniciar este trabajo cuando nos menciona que recibe la enseñanza de un maestro; esto es importante, ya que, generalmente, estamos seguros que sabemos, este orgullo imposibilita que iniciemos el camino. Una de sus primeras tareas es meditar en la frase misteriosa (koan): ¿Dónde estaba yo antes del nacimiento? ¿dónde estaré después de la muerte?
Tratando de ir poniendo en práctica lo que el maestro Kao Feng nos enseña, relajemos el cuerpo físico, concentrémonos en nuestros padres internos, coloquemos este koan, llamado también Hua Tou (frase enigmática) que le fue enseñado.
Con su vida, este maestro nos va señalando como no todo son rosas, sino que hay espinas, obstáculos que pueden trascenderse desarrollando una virtud: la tenacidad. Este koan o frase enigmática no le funciona a Kao Feng, no porque no sirva, sino porque cada quien tiene necesidades espirituales diferentes.
El objetivo de la práctica de las frases enigmáticas (koanes) en meditación es liberarnos del dualismo mental (base de la ilusión en que vivimos), pues mientras estemos en ese batallar de las antítesis, el silencio de la mente es imposible, las experiencias del Samâdhi (éxtasis místico trascendental) no llegarán jamás, nuestra esencia no podrá liberarse para experimentar lo real, la verdad.
No se dio por vencido, buscaba con gran vehemencia emanciparse de esa cárcel de la mente. Afortunadamente, quien busca encuentra y un gran maestro (Hsueh Yen), compadecido, le enseñó a trabajar con el poderoso mantram Wu, exigiéndole información de todos sus avances.
Cantaba Kao Feng el mantram como una doble U… U… imitando el huracán ya en la montaña o en las olas del mar, tratando de dejar su mente en silencio profundo tanto fuera como dentro, sin deseos de ninguna especie, sin pensamientos que agitaran el lago de la mente.
El estilo de este iniciado, al relatar su autobiografía, es muy peculiar, pues nos narra sus errores que cometió con el fin de que los detectemos y nos liberemos de ellos. Así, nos comenta que las enseñanzas de su segundo maestro le parecían muy sencillas y claras, pero cayó en negligencia y pereza. Algo que nos suele pasar, de repente, la enseñanza nos parece árida, repetitiva; la verdad es que no es así, pero al ego, sí le parece por conveniencia.
La gnosis es el conocimiento del Ser y el espíritu es una emanación de la divinidad, Dios no tiene límites ni orillas jamás; entonces, la gnosis no tiene fin. Sin embargo, nos estancamos, nos fosilizamos y nos petrificamos en la enseñanza y eso marcará la imposibilidad de que avancemos en cualquier sentido.
Afortunadamente, el maestro que le guiaba en ese momento (Hsueh Yen), equilibraba la dulzura y la severidad; con la finalidad de impactar la conciencia del discípulo, un día que Kao Feng llegó a su cuarto sin prevenirlo de ninguna manera y, en forma muy severa, le dijo: ¿Quién ha traído este cadáver en tu nombre? Sacándolo de inmediato, sin explicación alguna.
A manera de relato, nos vuelve a indicar el camino a seguir; cualquiera de nosotros en una situación semejante se deprimiría, se saldría de la gnosis, se enojaría, se decepcionaría de la enseñanza. ¿Cómo es posible que mi maestro me haya tratado así? Yo que he luchado tanto por la gnosis. Pero Kao Feng, en lugar de ponerse a lamentarse y llorar, se refugió en las salas de meditación.
Se propuso descifrar, en absoluto silencio mental, la frase que su maestro le había dicho, a pesar de los días o el tiempo que pasara, necesitaba conocer su significado, pero sabía que en la mente nunca encontraría respuestas.
De forma gradual, la meditación diaria provoca el despertar de la conciencia, permite que vayamos adquiriendo conciencia del mundo astral, empezamos a darnos cuenta de que estamos fuera del cuerpo físico y, de esa forma, Kao Feng, estando en el mundo de los sueños conscientemente, recordó la frase enigmática (koan): Todas las cosas se reducen a la unidad, pero ¿a qué se reduce la unidad?
El maestro Kao Feng, como un verdadero iniciado, no se molesta en lo absoluto a la hora de relatar sus fracasos, con el evidente propósito de enseñarnos cuenta que entró en un estado de confusión total, no atinaba ni siquiera el distinguir los puntos cardinales. Así pasó varios días, pero no dejó en ningún momento de meditar.
De esta manera, musitando con entera devoción las oraciones colectivas en la sala de meditación, vio, claramente, las ultimas frases del poema del Quinto Patriarca llamado Fa Yan: “Oh, eres tú, a quien yo siempre he conocido, y que vienes y te vas en los treinta mil días de un siglo”.
Las tinieblas preceden a la luz, pero trabajando con constancia y voluntad, como nos enseña Kao Feng, no permaneceremos en la oscuridad. Sintió a partir de ese momento que lo terreno (mente y personalidad) morían y su espíritu divino resucitaba. Le pareció como si le hubieran quitado un peso muy grande de encima.
Había logrado avances extraordinarios, difícilmente alcanzados por el común de los que practican, incansablemente, la meditación. Entonces fue examinado por su maestro y éste le preguntó: ¿Puedes dominarte a ti mismo en plena luz del día? Es decir, estar conscientemente en cada actividad, sin identificarnos con los acontecimientos, no dejándonos llevar, por ejemplo, por la ira, el orgullo, la pereza, etc., a lo cual contestó afirmativamente.
¿Puedes dominarte cuando estáis soñando? Fue la siguiente pregunta que también contestó afirmativamente, se refería a estar despiertos en el mundo astral, a vivir con plena consciencia cuando el cuerpo descansa; prodigio extraordinario que había logrado alcanzar con la meditación Kao Feng.
Sin embargo, la perfección no tiene límites, siempre habrá algo más que trabajar. Y cuando se le preguntó: Cuándo duermes sin sueño, ¿dónde está el Maestro? No pudo responder, reconoció que aún le faltaba mucho, y se propuso trabajar, incansablemente, sin dejar un solo día, con la voluntad dirigida a despertar.
Entonces, el maestro de Kao Feng, con infinita sabiduría, le hizo ver la urgente necesidad de vivir de momento en momento, de estar consciente en cada segundo de la vida. Por tanto, si caminamos debemos unir la conciencia al caminar, si comemos que la conciencia también nos acompañe en el comer. Y se lo dijo de esta forma: «De ahora en adelante no quiero que estudies el budismo ni el Dharma, no quiero que estudies nada, ni antiguo, ni nuevo. Sólo quiero que comas cuando tengas hambre y que te acuestes cuando estéis cansado. En cuanto te despiertes, pon alerta tu mente y pregúntate: ¿quién es el maestro de este despertar y dónde descansa su cuerpo y hacia dónde conduce su vida?».
Y uniendo esa actitud de vivir la filosofía de la momentaneidad en su vida cotidiana con la meditación interior profunda pudo lograr, después de cinco años de trabajo intenso, quedar iluminado. Y ello ocurrió un día en que trabajaba en el punto medio del sueño y un compañero tiró una almohada haciendo mucho ruido y eso bastó para que alcanzara la iluminación. Todas las frases misteriosas (koanes) estaban claras, había logrado saltar fuera de la trampa.
Podemos observar, por los procesos que fue pasando el maestro Kao Feng, que existen dos tipos de iluminación: La primera que, si bien puede llamarse Auto conciencia despierta y que cualquiera de nosotros la anhelaría tener, todavía tiene ataduras, por lo que también se le llama “agua muerta”. Ésta era la que había alcanzado y que es muy satisfactoria, pero que su maestro le hizo ver que todavía le faltaba mucho.
La segunda es la “Gran Vida”, es iluminación sin ataduras, el Vacío Iluminador. Se le llama Conciencia Objetiva, pero, realmente, la trasciende, porque es el Ser. En este nivel a los iniciados se les nombra como Turiya, pues se independizan, absolutamente, de la mente.
El mismo planeta Tierra no es más que mente condensada, por lo que, con justa razón, los budistas la llaman “ilusión” (maya). Ahora bien, cuando finalice el día Cósmico, la manifestación se disolverá, convirtiéndose en polvo cósmico. Visto desde este punto, las casas, automóviles, edificios, títulos, gente, etc., son formas mentales que tarde o temprano se disolverán.
Sin embargo, tenemos una cosa que nunca muere, ése es el espíritu, el Ser, llamado en la India como Brahama, eso sí es lo Real, el espíritu infinito, dentro del cual está el eterno femenino y la mónada sagrada.
La inmensa mayoría de nosotros nos perderemos en la involución sumergida de los círculos dantescos, pero si nos lo propusiéramos podríamos perdernos en Brahama, lo logramos cuando eliminamos el ego totalmente, pero podemos, por unos instantes, perdernos en él a través del silencio mental absoluto, impidiendo, durante la meditación, que la mente (chitta) adquiera diversas formas (vrittis). En consecuencia, cuando el oleaje mental cesa, termina la ilusión y la lucha de los opuestos y se experimental lo Real, la verdad.
Cuando Brahama (el Espacio Espíritu Infinito) quiere adoptar alguna forma para manifestarse con los iniciados, es Ishvara, el maestro de todos los maestros, desprovisto de mente, exento de sufrimientos, deseos, acciones y resultados.
El maestro Kao Feng logró liberarse del intelecto que nos atormenta con el batallar de los opuestos, pudo fusionarse con su Real Ser y se unió a la gran realidad o Brahama. La vida de Kao Feng es una invitación a vencer todos los obstáculos, sabiendo que no están fuera, sino dentro de nosotros mismos.
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