lunes, 20 de septiembre de 2021
La Conciencia
La Conciencia
Aurora (1678), Giovanni Andrea Carlone.
¡Cuántas cosas maravillosas hay en la vida!, desde este plano físico podemos admirar los rayos del sol que tocan nuestra piel en la playa, en el campo, y asombroso es percibir el calor de la arena en las plantas de los pies y ¡cuántas maravillas hay en el canto de las aves, en los bosques!, sorprendente la magnificencia de las montañas y la lluvia sobre éstas que al precipitarse forma ríos de vida que nutren árboles, plantas, batracios.
¡Cuán extraordinario sería apreciar todo esto con la consciencia despierta!, pues lamentablemente en el ser humano, como se menciona en la mayoría de las filocalias, la consciencia duerme profundamente y si aun así se perciben cosas excepcionales, más grandiosas y extraordinarias son éstas cuando la consciencia es continua, amplia y frecuente, develando lo bello impresionante de la naturaleza y del autoconocimiento del ser.
En el templo de Delfos hay una inscripción que dice “Homo gnosce te ipsum”, (hombre, conócete a ti mismo) más esto no sería posible sin la psicología revolucionaria que nos invita a la auto observación libre de toda actividad mental, sin confundirse con inteligencia ni memoria. Así el ser humano sale del sueño profundo de la consciencia, es decir, sueña profundamente en su vida mecanicista, conduciendo, comiendo, bailando, ejercitándose con la consciencia dormida, sin auto exploración interior.
La consciencia percibe valores, virtudes, cualidades, si se despertara, una persona agresiva no agrediría, denotaría un cambio; un insultador no se atrevería ya a insultar; la vida será diferente cuando el ser humano se dé cuenta y acepte que está dormido y se dé la posibilidad de empezar a despertar. Consciencia es habilidad de percibir la profunda esencia de las cosas, de la naturaleza, de todo.
Existen muchas escuelas con procesos anticuados, con filosofías completamente intelectuales, de análisis, de estadísticas, de cálculos y en algún momento llegan a tener espacios de consciencia, más casi enseguida vuelve al sueño a seguir con teorías, conclusiones, opiniones de los juicios y comparaciones de la mente.
Cuatro estados de la consciencia son los que se pueden percibir: el sueño y lo que implican todas sus actividades; la vigilia, o mal llamado estado “despierto”, más al igual que cuando amanece, las estrellas se desvanecen a la vista, sin embargo permanecen en el espacio; así el sueño del ser humano continúa aun estando en vigilia “despierto”.
Aurora (1681), Jan Reisner.
Un estado superior es el de auto consciencia y un grado más elevado es el de consciencia objetiva, que implica a su vez varios grados o capacidades de comprensión. Para el despertar de la consciencia es importante examinar, estudiar y eliminar aquellos elementos que conducen al sueño y que la mantienen atrapada, es decir, los agregados psicológicos, los cuales se fortalecen y alimentan con pensamientos, sentimientos, impulsos motrices y sensaciones.
La consciencia nos permite el cambio cuando observamos, estudiamos y eliminamos pensamientos, sentimientos, impulsos motrices y sensaciones, por ejemplo, ¿Qué pensamientos tiene un cazador?, ¿Qué sentimientos lo llevan a matar?, ¿Qué impulsos motrices están implicados?, ¿Qué sensaciones percibe al cazar? Si hubiese consciencia, no causaría daño; puede ser muy inteligente y tener grandes estrategias para la caza, pero éstas son de la mente, de la inteligencia, más no de la consciencia.
¡Despertemos la consciencia!, recordándose de sí mismo durante el aseo de la casa, durante el baño, el ejercicio, durante la lectura; que la auto observación sea frecuente y profundicemos en el observar de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, impulsos y sensaciones; si acaso llega un pensamiento durante el ejercicio, observemos si es pereza, miedo, vanidad o qué nos lleva a continuar o no continuar con ese ejercicio, con esa actividad.
Comprendamos más profundamente la causa de los impulsos egoicos en las actividades, ¿Qué se presentó cuando escribimos?, ¿Qué cuando comemos?, ¿Acaso conducimos mecánicamente o tomamos los alimentos sin hacernos conscientes del sabor, la textura, la consistencia?, ¿Tenemos la costumbre de comer sin ser conscientes?, ¿De caminar sin observar todos nuestros centros?, ¿Observamos todos los centros al trabajar?
Ha llegado el momento de despertar la consciencia, de descubrir los templos sagrados de las montañas, de vislumbrar el mundo de los sueños, de develar y comprender toda la estructura psicológica profunda del ser humano, de desarrollar la capacidad de asombro, cualidad plena de la consciencia y alcanzar la felicidad, la armonía, la cooperación, la paz y la dicha.
Ha llegado el momento de eliminar el dolor, los dramas, karmas y sufrimientos del ser humano.
Es el momento de amar profundamente a la naturaleza, de cultivar los campos, venerar los océanos y honrar nuestra Tierra; esto solo es posible con el bisturí del auto análisis, como mencionara nuestro señor Quetzalcóatl, “sacar el corazón y ofrecerlo a la luz de la consciencia del astro Sol sobre el altar de piedra” que son los fundamentos psicológicos revolucionarios para sacrificar las bajas pasiones de los agregados ocultos en la psiquis del ser humano.
Enviado por: F. Ismael Moreno Luna. Instructor San Luis Potosí, S.L.P. y Comisión Calmécac.
Imagen: Aurora (1678), Giovanni Andrea Carlone. Imagen 2: Aurora (1681), Jan Reisner.
“Conciencia que duermes... Qué distinta serías si despertaras... Conocerías las Siete Sendas de la Felicidad, brillaría por todas partes la Luz de tu Amor, se regocijarían las aves entre el misterio de tus bosques, resplandecería la luz del espíritu y alegres, los elementales, cantarían para tí versos en coro”. Samael Aun Weor.
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