Libro: La Doctrina de Xochipilli
Capítulo 2
Flor Preciosa Xochiquétzal
Dios, como padre, es sabiduría, verdad y luz; Dios, como madre, es amor, ternura y comprensión. Las dos columnas torales del templo son la mujer y el varón. Sería inconcebible tan sólo el pensar que faltase cualquiera de las dos en el universo.
Si menospreciáramos el elemento femenino sería como quitarle el agua al mundo, como querer ignorar el origen de todo lo que es, de todo lo que ha sido y de todo lo que será. “Flor preciosa” (Xochiquétzal) es el símbolo de los atributos más exaltados del Eterno femenino Divinal y la mujer es su exponente en la Tierra.
«La mujer es el pensamiento más bello del creador, hecho carne, sangre y vida». [Samael Aun Weor].
Cualquier varón, por muy inteligente, fuerte, sabio o capaz que sea, jamás podrá negar que su origen se encuentra en una mujer. Por lo que resulta imposible que faltase la representación del amor, la “Flor Preciosa” (Xochiquétzal) que, de acuerdo a la mitología, es la hermana melliza de Xochipilli.
El maestro Samael Aun Weor en su libro: “Magia Cristica Azteca”, nos adentra en este mundo fascinante de revelaciones místicas.
«Xochiquétzal es la diosa del amor, la comparte o igual de Xochipilli».
El eterno femenino divinal, Dios Madre, es el amor; por esta razón es que en todos los pueblos de la Tierra siempre se levantaron templos dedicados a la mujer y al amor. Recordemos la pirámide de la Luna en Teotihuacán, el Taj Mahal en la India milenaria, el culto a la diosa Vesta en Roma que regía el fuego del hogar. Por tanto, es claro que nuestros antepasados comprendían que lo que puede redimirnos es, precisamente, el saber amar, y esta posibilidad de amar es una cualidad, en definitiva, femenina.
«Cuya morada está en el Tamoanchan, el depósito de las aguas universales de vida que en el hombre se ubica en los zoospermos. Lugar paradisíaco, alfombrado de flores, de ríos y fuentes azules».
“El lugar del descenso” (Tamoanchan). [Códice Telleriano-Remensis]
Afirman las tradiciones milenarias que “Flor Preciosa” (Xochiquétzal) vivía en un lugar paradisiaco llamado “El lugar del descenso” (Tamoanchan). Éste se encuentra alfombrado de flores, de ríos y fuentes azules. Depósito de las aguas universales de vida y que tiene su equivalente en el ser humano en sus energías creadoras, indicándonos la importancia que tiene su sabia transmutación para que pueda manifestarse el amor en nuestro hogar.
Las fuerzas de la creación han sido representadas siempre con el agua de todos los libros sagrados. Ahora bien, sería en vano anhelar que florezca el amor en nuestro matrimonio, si al mismo tiempo caemos en una sexualidad de tipo inferior.
«Donde crece el Xochitlicacan, árbol maravilloso que basta que los enamorados se paren bajo el cobijo de sus ramas y toquen sus flores para que sean eternamente felices».
En este lugar de las mil y una noches crece el “Árbol Florido” (Xochitlicacan), este árbol es el mismo árbol de la vida que se encuentra en el edén, el árbol en el que Buda encontrara la iluminación, es la Ceiba Sagrada de los mayas, es la representación del Espíritu Divino de cada ser humano, el Real Ser, el padre que está en secreto. En consecuencia, quienes se paren bajo el cobijo de sus ramas, es decir, quienes se acerquen con su trabajo interior a su espíritu divino, eso es, precisamente, lo que marcará su felicidad en su hogar.
Cuando uno elimina los defectos que nos alejan del Ser, esos yoes que nos hacen infelices en el matrimonio como los celos, el amor propio, la ira, la lujuria, la intolerancia, etc., seremos capaces de tocarlo y, cuando esto suceda, nuestro matrimonio logrará la felicidad.
«Jamás hombre alguno ha visto a esta deidad, sin embargo, los nahuas la representaban joven y hermosa, con el cabello sobre sus espaldas y un gracioso fleco en la frente; diadema roja de cuero de la que salían, hacia arriba, penachos de plumas de quetzal, aretes de oro en las orejeras y joyel del mismo metal en la nariz; camisa azul bordada con flores y plumas multicolores; falda policromada y en sus manos ramos de fragantes rosas».
Flor Preciosa (Xochiquétzal) con su nariguera lunar símbolo del control de las energías creadoras femeninas. [Códice Ríos]
El que se represente joven nos habla de recuperar la inocencia de la mente, que dejemos atrás las injurias, los preconceptos, los prejuicios, la venganza, la mente petrificada por los ayeres, que seamos mentalmente como niños, tal como nos lo dejó dicho el Rabí de Galilea: “De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).
Los adornos que la engalanan son el símbolo de las virtudes expresadas en el eterno principio femenino y éstas se hayan, por supuesto, en la mujer que se hace digna a misterios tales como la ternura, el amor, la bondad, el arte, la comprensión sin límites y la belleza espiritual.
Todas ellas son virtudes que debemos conquistar para acercarnos a lo divinal. Ahora bien, el cabello es símbolo de la pureza; las plumas de ave, de la espiritualidad y las flores, por su parte, son las virtudes del alma que hay que rescatar.
«Su templo estaba dentro del templo Mayor de Tenochtitlán y, aunque pequeño, lucía tapices bordados, plumas preciosas y adornos de oro. Xochiquétzal tenía poder para perdonar. A su templo iban las mujeres grávidas, después de tomar un baño lustral, para confesarle sus pecados y pedirle perdón y ayuda, más si estos eran muy grandes, a los pies de la deidad se quemaba la efigie de la penitente modelada en papel de amate (ficus petiolaris)».
Algo insólito encontramos en esta parte de sus enseñanzas, nos están dando los pasos a seguir para curar nuestras enfermedades, el método. Ya que el origen de la enfermedad es la manifestación de nuestros defectos psicológicos, el desequilibrio orgánico que, por ejemplo, provocamos cada vez que nos enojamos.
Sin duda alguna existe una tremenda tensión en nuestro cuerpo, el sistema nervioso se altera y nuestro sistema inmunológico pierde fuerza cada vez que estallamos en lujuria, ira, orgullo, codicia o envidia.
El confesar los pecados significa comprender nuestros defectos a través de la meditación profunda y la auto observación psicológica. Además, pedir perdón a la diosa “Flor preciosa” (Xochiquétzal) es acudir a Dios madre, a nuestra madrecita individual particular para que los desintegre y convierta en polvo cósmico.
El agua lustral es el agua de purificación, el agua que puede limpiarnos espiritualmente, símbolo de aprender a dirigir las aguas puras de vida para combatir el ego animal.
“Ayudate que yo te ayudaré”, nos dice el gran maestro Jesús, cuando uno desintegra el origen de lo que ha provocado el desorden en nuestros cuerpos, entonces los maestros pueden curarnos sin obstáculo alguno.
“Flor Preciosa” (Xochiquétzal) la Madre Divina Particular
Dios Madre es el fundamento de esta gran creación, es el origen de todo cuanto existe, ha existido y existirá, es la raíz del átomo y del Sol, es la matriz cósmica de la cual surge el universo, es la misma raíz del amor.
El Padre ha depositado en ella la sabiduría; el Hijo, el amor y el Espíritu Santo, el poder. Ella es la Estrella del Mar (Stella Maris) que nos puede guiar, correctamente, en el mar embravecido de la existencia.
En todas las culturas del mundo está representado Dios Madre. Por tanto, tenemos en la India a Kundalini, entre los egipcios es Isis, entre los Mayas es Akabolzub, en el Popol Vuh la encontramos como la “Antigua Ocultadora” (Ixpiyacoc) la abuela de los gemelos divinos y la “de la Sangre” (Xquic) la madre que, insólitamente, los concibe sin contacto con varón. Además, es la casta Diana, Adonia e Insoberta de los griegos y, desde luego, es María o Miriam de los hebreos.
Entre los mexicas (gente de México) también llamados aztecas (gente de Aztlán) se le representó de muchas formas, a través de los distintos mitos, en diosas como: “La de falda de Serpientes” (Coatlicue), “La Señora de la Dualidad” (Omecihuatl), “La Mujer Serpiente” (Cihuacóatl), “Siete Serpiente” (Chicomecóatl), “Señora del sustento” (Tonacacíhuatl), “Nuestra abuela” (Toci) la madre de los dioses y corazón de la tierra. Además, “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue), “La diosa del parto” (Tlazolteotl) y, por último, “Nuestra madre venerada” (Tonantzin).
Diosa del agua terrestre “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue). [Teotihuacán México]
No podría faltar la representación de la Madre Divina en “Flor Preciosa” (Xochiquétzal). Ese eterno principio femenino divinal lo representaron, en forma magistral, en las diosas del antiguo México. Ahora bien, siendo el amor una de las características más elementales de la Madre Divina es que “Flor Preciosa” (Xochiquétzal) lo representa vivamente, porque es la diosa del amor.
Arcaicas tradiciones milenarias nos dicen que esta diosa tenía el poder de perdonar, es indudable que la Madre Divina de cada uno, nuestra propia “Flor preciosa” (Xochiquétzal) interior, puede perdonar nuestro karma cuando logramos pagarlo con obras desinteresadas en favor de la humanidad y cuando eliminamos los yoes que lo causaron.
Es por eso que las mujeres iban a su templo, pedían perdón y ayuda. Si los errores eran muy grandes, quemaban una efigie de la penitente elaborada de papel amate. Lo anterior, representaba que estaban dispuestas a desintegrar todos elementos indeseables de su personalidad.
Todo este proceso nos habla del eterno principio femenino divinal, que tiene el poder de eliminar nuestros defectos psicológicos si los comprendemos. Además, nos enseña la didáctica para desintegrar los errores cometidos: Reconocer nuestros defectos, comprenderlos a fondo y ella podrá, en consecuencia, eliminarlos.
Es la diosa del amor, ya que es el amor lo que puede llevarnos a la misma divinidad. La fuerza maravillosa del amor, esencia del Eterno femenino, es la que puede transformar el mundo, la que puede unir la tierra al cielo y lo humano con lo divino.
El eterno femenino divinal se encuentra en todo lo existente y es la raíz de todo lo creado y, por supuesto, no puede faltar en el interior de cada uno de nosotros.
Ser Madre: Una profesión divina
Flor Preciosa (Xochiquétzal) entregando la leche de la sabiduría al iniciado-niño. Se ve claramente un quetzal a manera de yelmo, símbolo de la energía del Tercer Logos. [Códice Fejérváry-Mayer 29]
«Quiero que ustedes hagan conciencia de lo que es ese verso vívido, de lo que es esa melodía inefable del principio Femenino Eterno. Resulta demasiado compasiva la Gran Madre cuando nos brinda ese verso sin merecerlo, después que hemos sido perversos, que nos hemos arrastrado por el lodo de la tierra de existencia en existencia. Morimos y luego retornamos para ser mecidos en una cuna sin merecerlo, para ser amados por alguien que sólo ve en nosotros una esperanza; para ser conducidos por esa que es todo amor». [Samael Aun Weor].
En la actualidad, existen muchos problemas sociales: pandillerismo, robos, asesinatos, drogas, etc., y, francamente, no se le ve fin a ello; los políticos, gobernantes y economistas buscan afanosamente una solución a todo esto sin obtener resultados verdaderamente prácticos. Si diéramos el valor que realmente tiene la educación de una madre a sus hijos podríamos generar una verdadera trasformación social en la humanidad.
Lamentablemente, hoy por hoy, lo blanco se ha vuelto negro y lo negro se ha vuelto blanco. Si observamos detenidamente los trabajos mejores pagados nos damos cuenta, desafortunadamente, que son los que menos beneficios aportan a la sociedad, basta ver las enormes ganancias que se obtienen en la venta de vinos, cigarros, pornografía, drogas, etc. y lo irrisorio que es el sueldo del campesinado que es el que nos alimenta o el del proletariado que es el que verdaderamente produce la riqueza de un país.
En este orden de ideas, vemos que se ha menospreciado lo más valioso: la profesión de ser madre. Por ello, el maestro Samael nos comenta:
«Si las gentes tuvieran la conciencia despierta, sabrían valorar a ese ser que es la madre, más las gentes tienen la conciencia dormida y por ello son incapaces de valorar realmente a esa criatura que es la madre. Es necesario pues, hacernos cada vez más conscientes de lo que es el Eterno Femenino». [Samael Aun Weor].
Deberíamos dar igual valor al hecho de ser madre con respecto a profesiones como la arquitectura, el derecho y la enseñanza. ¿Por qué habría de ser inferior a estos trabajos? Tanto en uno como en otro hay responsabilidades, presiones, problemas, una ética que hay que seguir, etc. Por otra parte, con respecto a la remuneración, es de admirar el hecho de que en la profesión de ser madre no hay un sueldo.
La naturaleza ha depositado en la mujer valores extraordinarios como la ternura, el amor, el sacrificio, intuición, dulzura, comprensión, que, si bien puede algún varón tenerlos, es mucho más fácil encontrarlos en una mujer y en niveles muy elevados.
Ésos son los valores que se necesitan para orientar sabiamente a los hijos, no en vano la naturaleza, que es la misma divinidad, le ha otorgado a la mujer el privilegio de tener hijos.
«Ha llegado la hora de comprender que el Eterno Femenino es el poder más grandioso de este universo; ha llegado la hora de entender el estado de receptividad trascendente y trascendental que posee la mujer: Esa intuición, esa capacidad que tiene para percibir directamente y por sí misma (y sin tantas teorías), la verdad». [Samael Aun Weor].
Flor Preciosa (Xochiquétzal) presentando al niño (Cristo íntimo), haciéndolo nacer. [Códice Borgia]
Una madre lleva a su hijo como parte de ella durante nueve meses. Por tanto, es obvio que nadie más que ella puede saber lo que sucede con su hijo, sus pensamientos y sentimientos, la forma de educarlo y orientarlo, esto no puede sustituirse con la mejor guardería infantil o con el cuidado de tal o cual persona.
Es de admirar a la madre trabajadora que, bien sea por el abandono del varón o por la irresponsabilidad del esposo, ha tenido que salir adelante trabajando sola para sostener su hogar, realizando muchas veces los dos papeles de padre y madre, haciendo los sacrificios más bellos. Todo ello es algo prodigioso, formidable, digno de toda admiración y respeto.
En tiempos remotos, cuando las culturas florecieron esplendorosamente, estaba el sistema de matriarcado, precisamente, rigiendo en la sociedad, y es que la mujer tiene cualidades extraordinarias para regir, organizar y dirigir el hogar. Se hace necesario exaltar y rescatar los valores femeninos que, día a día, abandonamos por negligencia, por complejos de inferioridad o por ignorancia.
Tenemos nuestra juventud cimentada en unos valores falsos que nos da una sociedad caduca y degenerada. El mal ejemplo de los mayores, la falta de vocación en los que nos educan y gobiernan, la perversidad que abunda en los medios de comunicación, la música actual tan decadente, etc., todo ello nos está llevando a niveles cada vez más infrahumanos.
Bien sea por la degeneración del varón, que ya no puede sostener ni siquiera el hogar, o por el menosprecio de la maravillosa profesión de ser madre, la cruda realidad es que la mujer se ha salido del hogar y, como consecuencia de ello, ya no hay en la familia ese ángel que guíe a los niños o jóvenes, que les oriente en distinguir lo que es falso y lo que es real de este mundo en que vivimos, ya no hay ese consuelo para cuando los hijos estén afligidos o tristes, ya no existe el impuso para cuando estén sin ánimo o con problemas, ya no está ese apoyo gigante para caminar en la senda de la vida.
Ahora sólo tenemos la guía de los amiguitos de la escuela o de la calle que quizás ya hayan extraviado sus pasos por el camino equivocado, o tenemos como maestro del crimen a los programas de televisión que, de forma detallada, nos muestran el camino al asesinato, la violación y el robo. Por otra parte, el acceso indiscriminado a Internet nos educa en forma totalmente grotesca y degenerada acerca de la sexualidad, y qué decir de nuestra mente enajenada con tantos juegos de video o cómputo que no poseen ética alguna, que se encuentran mezclados con violencia y sin una pizca de conocimientos útiles.
Flor Preciosa (Xochiquétzal) en su pecho el disco solar, en la cabeza el yelmo de quetzal, su nariguera lunar. [Códice Borgia]
No negamos que se requiere trabajar con el fin de conseguir dinero dado que éste es necesario. Desde luego, éste es útil, ya que lo cambiamos por comida, por refugio, por ropa, por educación, pero sí debemos reconocer que estamos en completo desequilibrio, nos preocupamos por el dinero y nos olvidamos del alma, de los valores de la conciencia y del alimento a los sentimientos puros.
Algunas mujeres se sienten acomplejadas por ser “sólo madres”, el podridero de teorías e ideas falsas, que abundan como la mala hierba en tantas revistas, novelas, libros, etc., envenenan sus mentes y terminan –como dice la Biblia- “cambiando su progenitura por un plato de lentejas”. Es decir, cambian lo más exaltado, que nos conecta con lo divinal, por el frío materialismo que sólo nos trae desolación y muerte.
Deberíamos darle el mismo valor de respeto y admiración al ser madre, como el que recibe una arquitecta, una licenciada, una profesora, una astronauta o una presidenta de un país.
El ser madre es la profesión en donde más preparación y dedicación se exige, pero, sobre todo, se requiere de vocación, ya que su propósito es conducir, por el camino del éxito, el futuro de la humanidad.
El ser madre es misericordia infinita y justicia bien empleada, puesto que, de otra forma, es imposible una buena educación.
El ser madre es servir de receptáculo de las fuerzas espirituales del eterno principio femenino divinal.
El ser madre es poseer una pedagogía inusitada, ya que, al conocer los pensamientos y sentimientos de un niño, es capaz de elaborar toda una didáctica precisa, única, personalizada para el aprendizaje de los valores eternos.
El ser madre exige renuncia total a los frutos de la acción, dando como resultado algo divino, fuera de este mundo, eso es lo que se llama amor.
En fin, el ser madre es la tarea maravillosa de unir lo humano con lo divino.
«En los tiempos antiguos (en la Atlántida y en la Lemuria), las madres educaban a sus hijos dentro del hogar y los formaban». [Samael Aun Weor].
La mujer representación del Eterno femenino
Flor Preciosa (Xochiquétzal), sobre su yelmo de quetzal hay unas mariposas blancas símbolo del alma. Está sobre un trono rojo emblema de que la ternura, el amor y la alegría tienen mucho poder que la violencia y la ira. [Códice Borgia]
Cuando nos dice el maestro Samael: “Debemos ver en cada mujer la representación viva de ese Femenino Eterno”. Indudablemente, llama a la mujer a que sea digna merecedora de ser receptora de tan gran principio cósmico y divino, y a que trabaje, intensamente, para que pueda manifestarse el eterno principio femenino divinal.
Para lograrlo, se hace indispensable luchar contra todo lo podrido y tenebroso de esta época, no será posible ser la expresión de ese verso, vívido y maravilloso, si se convierte los vientres femeninos en panteones. Además, no tendríamos la dicha que fluyera esa fuerza maravillosa de la eterna madre espacio si caemos en el libertinaje, andando de fiesta en fiesta, tomando vino y fumando, creyendo que andar a la última moda es nuestro destino.
Es necesario que el varón valore verdaderamente a la mujer, como madre, como esposa, como hija y vea que es la otra columna del templo de Salomón y de todo templo sagrado. Ahora bien, se debe indicar que ninguna de esas columnas es más alta o ancha que la otra, las dos se encuentran a la misma altura, por lo que las dos tienen los mismos derechos, pueden alcanzar las mismas estaturas espirituales y son el complemento perfecto una de otra.
«1- La mujer tiene los mismos derechos del hombre. 2- La mujer también llega a ser Adepto de la Fraternidad Blanca». [Rosa Ígnea. Samael Aun Weor].
Debemos regresar a la época esplendorosa de la Lemuria, a la época de oro de los Atlantes en donde la mujer era el eje del hogar, donde se le respetaba y admiraba, donde la mujer manifestaba plenamente todos los atributos del eterno femenino divinal.
«Nosotros debemos tratar de buscar el camino de la regeneración, debemos amar intensamente a la mujer, debemos ver en ella un poema milagroso de “Las Mil y Una Noches”, debemos escanciar el vino de la sabiduría, si es que queremos vivir rectamente». [El Milagro del Amor. Samael Aun Weor].
Restauremos sobre la faz del mundo el amor divino que todo lo transforma; cultivemos de nuevo la flor de la comprensión para que dejen de existir pleitos, discusiones y guerras; trabajemos, incansablemente, para que florezca el arte diamantino, como el que vemos en los códices mayas, en los monolitos sagrados de los incas, en los grabados esculpidos en los muros milenarios egipcios, para que instruya nuestras conciencias y nos lleve por el camino recto.
Llenemos de infinita ternura nuestras acciones, que cada palabra tenga la belleza del espíritu y esté impregnada de fraternidad y sinceridad.
El maestro Samael Aun Weor, en su libro del “Parsifal Develado”, se dirige a la mujer símbolo, representada en Kundry en la obra del maestro Richard Wagner, como alguien capaz de despertar de su sueño de la consciencia milenario y, al lograrlo, tener en sus manos el poder de transformar el mundo entero:
Flor Preciosa (Xochiquétzal). [Escultura de Jesús F. Contreras 1888-1889]
«¡Más que hermosa te vemos, Kundry! ¡Nacisteis como un milagro en el Edén de todas las maravillas! ¡Eres el pensamiento más bello del Creador hecho carne, sangre y vida!...».
«¡Tu cuerpo delicioso parece haber sido amasado con las delicadas rosas de la orilla de la campiña que hace Uad-Al Kebir feraz!...».
«Las frondas taciturnas plateadas por la luna pálida, han dado dulce sombra a tus pestañas...».
«Tus párpados de exótico encanto fueron creados con hojas divinas de azahares. Esencia de nardos sublimes se esconde en tus entrañas...».
«Tus fascinantes trenzas parecen más bien cascadas de noche cayendo sobre tus núbiles hombros...».
«¡Cuán hermosa eres!... ¿Me escuchas? Tu boca encantadora sonríe: Tu lengua pugna en sueños palabras por formar...».
«El cielo estrellado se abre como una rosa: ¡Tú duermes, Kundry, envenenada por un exótico misterio que nadie entiende! ...».
«Duermes ¡Sí!... lo sé... El bosque de las Mil y Una Noches me presta sus follajes donde anidan las aves que cantan dulcemente; susurra suavemente la floresta, murmura el río entre su lecho de rocas: Todo invita a la siesta y tú duermes; Eva, Kundry, Gundrigia, Herodías...».
Es por todo esto dicho a través de las edades, que debemos aprender a ver en la mujer un milagro hecho realidad. Es necesario que logremos ver el Eterno femenino Divinal, en una madre, una hermana, una hija, una esposa y lograr recompensar ese verso divino encarnado con sabiduría y amor.
Práctica: Meditación en el Eterno Femenino
Flor Preciosa (Xochiquétzal) símbolo de la Madre Divina amamantando (alimentando de sabiduría) al niño (iniciado). [Códice Borgia]
Vamos a invocar a “Flor Preciosa” (Xochiquétzal) sabiendo que, además de ser una maestra-ángel regente de la naturaleza, a la cual invocaban las mujeres embarazadas para suplicar su ayuda, representa también al eterno femenino divinal que cada uno lleva en su interior. Ahora bien, claramente está simbolizada por las vírgenes de todas las religiones.
1. Relajamos nuestro cuerpo físico como se ha indicado en el primer capítulo.
2. Relajamos ahora nuestra mente ayudándonos de la imaginación, para esto el maestro Samael Aun Weor nos dice:
«La relajación mental se consigue también con la ayuda de la imaginación. Observe Ud. todos los pensamientos que le vengan a la mente, todos los recuerdos que le asalten, todas las inquietudes, etc. Estúdieles para conocer su origen. El estudio de todo esto le revelará a Ud. muchas cosas, le hará conocer sus defectos, sus errores, etc. Así conocerá Ud. cómo trabaja su Yo, su Ego. Analice cada defecto. Trate de comprender cada defecto en todos los niveles de la mente. Estudie cada pensamiento, recuerdo o emoción que le asalte. Comprenda cada pensamiento. Luego imagínese un abismo profundo. Arroje Ud. cada pensamiento estudiado, cada recuerdo, inquietud, etc., a ese abismo. Así su mente quedará quieta y en silencio».
3. Nos concentraremos profundamente en la Madre Divina, simbolizada por “Flor Preciosa” (Xochiquétzal), pidiéndole iluminación, guía, orientación. La mejor forma de orar es con palabras que salgan de nuestro corazón, expresando lo que sentimos y anhelamos. Si aparece sueño, tanto mejor, ya que debemos aprender a combinar la meditación con el sueño.
Ya en silencio profundo y autentica devoción, podríamos hacer esta oración milenaria dejada por el maestro Samael Aun Weor en el libro Doctrina Secreta de Anáhuac: “Tonantzin, Teteoinan", ¡Oh, mi Madre, ven a mí, ven a mí!”. Estos nombres mágicos-divinos se traducen así: “Madre venerada” (Tonantzin) y, “Madre de los dioses” (Teteoinan).
Dicen las tradiciones antiguas que el hijo infiel (el que se olvida de la Madre Divina) se extravía y cae en el error, y que el hijo fiel (el que medita y ora en la Madre Divina) podrá ser guiado, de la mano de ella, por el camino recto.
La práctica hay que hacerla todos los días, sin fallar. Si ponemos condiciones favorables para la práctica, tanto mejor, como incienso, flores, música clásica, etc.