Libro: La Doctrina de Xochipilli
Capítulo 1
Flor Principal Xochipilli
Las enseñanzas dejadas en la época de esplendor, en las tierras del México antiguo, son de extraordinario valor, ya que, con estos conocimientos, nuestros antepasados, podrían haber conquistado otros pueblos, con amor y sabiduría, tal como lo hiciera Osiris en Egipto, para conducirlos a la más alta espiritualidad y cultura. Por tanto, vale la pena el intento de rescatar esas enseñanzas trascendentales, dentro del polvo de los siglos, para impregnar plenamente, con esta sabiduría milenaria, nuestra vida; así nos daríamos cuenta que la Gnosis brilló y levantó esas poderosas civilizaciones en su época de oro.
Una de las más importantes enseñanzas que lograron desarrollar fue la del amor, que podemos encontrar manifiesta en los enigmáticos templos, en las piezas de cerámica, donde destaca una emoción positiva, y en los murales antiquísimos llenos de un espíritu vivo; en ellos, podemos encontrar y ver con toda admiración en Xochipilli, dios de la agricultura, el canto, la belleza, el amor, la danza y la poesía.
Xochipilli representando el Amor
Xochipilli símbolo del amor, en el pecho se ve un disco solar o de oro, indicándonos que el amor en última síntesis es sabiduría. [Códice Borgia]
Existe una fuerza que puede transformarlo todo, que se encuentra en lo profundo del alma de cada ser humano, que es cósmica y al mismo tiempo íntima, que en estado latente subyace en espera de ser despertada, tal energía purísima está encarnada por “Flor Principal” (Xochipilli).
«El amor es el súmmum de la sabiduría. El amor es la vida que palpita en cada átomo como palpita en cada Sol». [Matrimonio Perfecto de Kínder. Samael Aun Weor].
El amor es algo que en estos momentos se encuentra muy alejado de nosotros, ya que defectos como la ira, el miedo, los celos y la pasión son los que lo mantienen casi inalcanzable. Si añadimos el materialismo exagerado en el que hemos caído, en el que sólo nos interesa el dinero, todo esto en conjunto es lo que ha logrado que prácticamente nos hayamos separado de él.
Es urgente que retornemos a esa senda que conduce al amor, que se enseñó en los pórticos de los templos antiguos, pero que lamentablemente hemos extraviado. Ahora bien, para reencontrarnos con ella, afortunadamente tenemos las enseñanzas de Xochipilli sabiamente descritas en las maravillosas esculturas y códices.
Es por la fuerza del amor que existe el universo, cada planeta del espacio gira en torno a sus soles, atraído por el amor. Ésa misma fuerza es la que sostiene los electrones girando en torno a sus núcleos en los átomos. Lo que necesitamos es prepararnos para que esa fuerza maravillosa del amor pueda fluir en nuestra conciencia y podamos ser parte de ella.
«Y las estrellas también saben amar. Observémoslas en las noches deliciosas de plenilunio: Ellas se acercan entre sí, y a veces se fusionan o integran totalmente... “¡Una colisión de mundos!”, exclaman los astrónomos; más en realidad de verdad lo que ha sucedido es que dos mundos se han integrado por los lazos del amor». [El Milagro del Amor. Samael Aun Weor].
La enseñanza que el maestro Xochipilli dejó es eterna, no forma parte del pasado y podría integrarse a nuestra vida si tratáramos de aplicarla en lo cotidiano de nuestra existencia. Si retomáramos la sabiduría, que fue entregada por este maestro, podríamos tener la dicha de beber de esa fuente cristalina del amor.
Lograr que el milagro del amor pueda manifestarse en la naturaleza humana es un trabajo para titanes, es una ciencia muy profunda que debe estudiarse a fondo y, sobre todo, aprender a aplicarla en la vida. Quien logra penetrar en este conocimiento, podrá encontrar la senda hacia la verdad. Se trata de pasar por varias etapas de purificación para que el amor pueda manifestarse en nosotros.
«El amor comienza con un destello de simpatía, se substancializa con la fuerza del cariño y se sintetiza en adoración». [Samael Aun Weor].
No es tan fácil lograr que el amor surja en nuestro corazón, se requiere que seamos seres dispuestos a las más grandes disciplinas, de tener el valor para reconocer nuestros propios errores, de estar dispuestos a desprendernos de los apegos y miedos a los que nos aferramos y creemos nos dan seguridad.
Al conocer a nuestra pareja, empezamos con ese destello de simpatía, nos entusiasmamos con aquella persona, nos preocupa lo que le ocurra, estamos muy al pendiente de lo que le sucede y escuchamos atentamente lo que dice; pero si no luchamos contra esos defectos que nos impiden amar, después de unos cuantos meses de relación, aquél “pedacito de cielo” ha desaparecido, surgen entonces palabras hirientes y hasta irónicas.
Y es que no logramos vencernos a sí mismos, nuestras pasiones, deseos, apetencias, iras, orgullos, celos y miedos hacen que desaparezca, que huya de nosotros el amor. A veces nos tornamos muy crueles, somos inconscientes cuando comparamos despectivamente a nuestra pareja con otras personas o hasta con los personajes del cine o televisión; no entendemos que todo eso hace que, en consecuencia, el amor huya.
«Cuando el amor sale del corazón, difícilmente regresa. El amor es un niño muy esquivo». [Matrimonio Perfecto. Samael Aun Weor].
Ahora bien, si nos propusiéramos desintegrar esos miles de defectos psicológicos, mencionados anteriormente, entonces lograríamos que el amor se fortaleciera, que se consolidara con la fuerza del cariño y la ternura.
Si nos preocupáramos menos por la codicia, el miedo, las cosas materiales, y dejáramos que fluyera esa energía maravillosa del amor en todo lo que hacemos, entonces lograríamos sintetizar ese cariño en una verdadera adoración.
Xochipilli un Maestro Ángel
Xochipilli un gran maestro-ángel, se encuentra sobre un trono, indicando el poder que tiene el amor sobre todas las cosas. [Códice Borgia]
Este el momento preciso de entender quién es este maestro iluminado y que mensaje ha dejado para la posteridad. Para ahondar en este misterio, hay que entender que no es un mito, que tiene realidad, porque existen principios inteligentes que rigen la naturaleza entera, a los que hemos llamado ángeles o maestros.
Lo que podría sorprendernos es que se encuentran organizados por áreas de trabajo. Existen maestros que rigen los nacimientos unido con la Luna; la medicina y sabiduría están relacionados con Mercurio; el amor, el hogar y el arte, con Venus; la salud y la vida, con el Sol; la fuerza, con Marte; la mística y la política, con Júpiter; la melancolía, las tierras y la muerte, con Saturno.
En la cultura hebrea tenemos un maestro regente para cada una de estas unidades cósmicas y sus correspondientes actividades humanas; por tanto: La Luna está regida por el ángel Gabriel; Mercurio, por Raphael; Venus, por Uriel; Sol, por Michael; Marte, por Samael; Júpiter, por Zachariel y Saturno, por Orifiel.
En cada parte del mundo vemos esta constante en los cultos más antiguos. En el México antiguo, por ejemplo, encontramos esta misma organización, debido a que así es, realmente, como se desarrolla.
Xochipilli es un ángel-maestro que rige a las fuerzas elementales de la naturaleza y a las actividades como la danza, la poesía y la música. Además, es el símbolo de esa fuerza extraordinaria del amor. Es un gran maestro, un ángel que rige y representa el trabajo que debemos realizar para cristalizar en cada uno de nosotros el milagro del amor.
Xochipilli en el Museo Nacional de Antropología
Hay una pieza impresionante del dios Xochipilli que asombra por su belleza y arte, en ella podemos encontrar sintetizada todas sus enseñanzas, es muy significativo que se haya encontrado en una localidad al pie del volcán “Cerro Humeante” (Popocatépetl), que junto al volcán “La Mujer Dormida” (Iztaccíhuatl), son como guardianes milenarios que custodian el Valle de México. Indudablemente, es en una unión en todos los planos de consciencia cósmica, entre la mujer y el varón, donde se puede encontrar el misterio de salvación, el cual tiene su fundamento en el amor.
El maestro Samael Aun Weor nos describe esta espléndida obra realizada por manos de verdaderos virtuosos del arte, con lujo de detalles en su libro titulado: “Magia Cristica Azteca”:
«En el museo de Antropología e Historia de la ciudad de México se halla Xochipilli sentado sobre un cubo de basalto bellamente tallado».
El cubo en el que se encuentra sentado Xochipilli es un templo o un brasero y representa la piedra filosofal de los alquimistas medievales, el máximo logro alcanzable mediante la ciencia de la alquimia, ése mismo cubo lo vemos en los arcanos tres y cuatro del tarot egipcio y lo encontramos a los pies de una de las columnas en la simbología de la masonería antigua. Es la misma piedra cubica de Jesod de la cábala hebraica, es la piedra (Pedro) donde el maestro Jesús indica que hay que edificar la iglesia interior.
Estas enseñanzas, que se pierden en la noche de los siglos, nos hablan de la importancia de edificar nuestro desarrollo espiritual en algo muy sólido, como lo es la piedra, ésta nos representa el sabio uso de la fuerza sexual. Por tanto, de nada sirve que hagamos meditación a diario si somos adúlteros; si uno se cree santo, pero mezcla la violencia con la sexualidad; si piensa de sí mismo lo mejor, pero se identifica con la pornografía.
El que tenga cuatro lados nos habla, en sí mismo, del sagrado nombre de Dios, el cuatro es la trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) dentro de la unidad (el Dios incognoscible). Mostrándonos que el amor nos puede llevar a las puertas de lo divino.
En cada lado encontramos elementos que nos indican el sistema para lograr este objetivo. Una flor (símbolo de las virtudes que debemos desarrollar a medida que vamos eliminando nuestros defectos psicológicos), una mariposa (representación del alma). Además, un ojo se ve en cada mariposa, para señalarnos que debemos dirigir nuestra atención hacia lo interno con el fin de auto conocernos.
«Las rodillas en alto y las piernas en cruz de San Andrés, las manos con los pulgares e índices en contacto y la vista hacia el infinito».
El que cruce las piernas, en forma de cruz de San Andrés, es signo de la incesante mezcla que debemos lograr, aquí y ahora, en nuestra naturaleza. Es el mercurio y el azufre alquimista; es el pan y el vino de la última cena de Jesucristo; es el dios de la lluvia (Tláloc) y es la Serpiente Emplumada (Quetzalcóatl) del Templo de las Serpientes en Teotihuacán.
Nos habla de aprender a mezclar las fuerzas del varón y de la mujer en armonía, de esta mezcla surge una tercera fuerza de tipo mágico y poderosa. Para lograr este prodigio, tenemos que aprender a desarrollarla, no comparando a la pareja, no ironizándola, no violentándola, no juzgándola, aprendiendo a ver en la pareja un verso perfecto.
Además, se refiere a un milagro que puede operarse dentro de la naturaleza humana, una mezcla muy especial representada por los alquimistas de la edad media, por el mercurio de los sabios (la energía creadora trasformada). Ahora bien, cuando ésta llega a un nivel de purificación despierta el fuego sagrado para unirse en una sola cosa.
Interesante es que las manos se coloquen como los yoguis del mundo oriental: uniendo el dedo índice y pulgar, cual sello mágico (mudra de la India) para sus meditaciones. Por otra parte, culmina Xochipilli mirando en éxtasis hacia el infinito, dándonos a entender que también, con la magia del amor, es posible lograr los estados de arrobamiento místico que se pueden obtener mediante la meditación.
Esto nos rememora a los estados de éxtasis que se pueden alcanzar cuando, por ejemplo, un integrante de una pareja de enamorados se haya ausente y tiene contacto con alguna imagen o algún objeto personal de su amado. No obstante, quien aprende a amar de verdad, puede entrar, frecuentemente y a voluntad, en tales estados de felicidad.
«El Amor no se puede definir, porque si se define se desfigura. El Amor se siente en lo hondo del corazón, como una vivencia íntima y deliciosa, como una música inefable, como un néctar embriagador, indefinible y místico. Un pañuelito, un retrato del ser amado, una carta, exalta nuestro espíritu y nos hacen comulgar con la música inefable de las esferas». [Matrimonio Perfecto de Kínder. Samael Aun Weor].
Aún más, afirman las tradiciones tántricas, del Tíbet y de la India, que es posible, dentro del connubio amoroso, alcanzar estados de espiritualidad inefables, cuando logramos alejarnos de la pasión animal y sabemos verdaderamente amar.
«Grandes orejeras de jade».
Las orejeras grandes son similares a las grandes orejas con que se representa a Buda, pero nos preguntamos ¿por qué tan grandes?, ¿qué es lo que nos quieren indicar con ello?, es obvio que se relaciona con el oído, con el escuchar. Pero el que sean de jade, nos hablan de algo divinal, superior, espiritual.
Sin duda alguna, se refieren a que aprendamos a escuchar la voz venida de lo alto, del cielo, de la divinidad. Tal milagro sólo es posible cuando logramos que el batallar de los opuestos en nuestra mente cese, aunque sea por un instante. La meditación diaria es la que nos puede permitir lograrlo.
Es por ello que una recomendación gnóstica es que, al despertar y antes de dormir, tratemos de relajar el cuerpo y nos situemos en lo que llamamos dentro de las enseñanzas gnósticas: el Recuerdo de Sí. Es decir, de aquietar la mente, que dejen de fluir los pensamientos y los sentimientos, para que el espíritu divino pueda expresarse a través de corazonadas y así, con su guía, podamos tomar un rumbo correcto en nuestra existencia.
«Coraza -con fleco que termina en garras de tigre o colmillos de serpiente- sobre la cual, en el pecho, ostenta dos soles con sendas medialunas sobre los mismos».
La región del pecho, según la cábala, es la región del alma humana, nos habla de hacernos humanos de verdad, pues por el momento tenemos mucho de animal (nuestros errores). Ahora bien, el que encontremos dos soles y dos medias lunas, es porque nos refieren a la dualidad Padre-Madre, la sabiduría y el amor, la severidad y la dulzura.
Los colmillos de serpiente, o garras de tigre, nos indican acerca de la fortaleza espiritual que debemos adquirir. Las cosas no se nos dan regaladas, debemos ganárnoslas en el campo de batalla de la vida diaria. Cuando pedimos sabiduría, quizás pensemos que del cielo podría bajar un anciano de larga barba, con una túnica blanca y un antiquísimo pergamino, a entregarnos secretos inefables; pero la realidad es que la sabiduría surge del combate, de la lucha, del trabajo interior.
Y eso es, precisamente, lo que nos indican los colmillos de serpiente: fuerza, astucia, inteligencia, sagacidad en el combate contra sí mismos, contra nuestras pasiones, envidias, orgullos, etc.
«Pulseras y rodilleras que rematan en flor de seis pétalos».
En las pulseras vemos una flor de cinco hermosos pétalos, lo cual nos habla de la posibilidad, en el ser humano, de la autorrealización. Además, prácticamente, podemos observar la estrella de cinco puntas, la pentalfa, el pentagrama, que significa el dominio de la naturaleza.
En las rodillas tenemos una hermosa flor de seis pétalos, hermosísimo símbolo que nos señala un camino, de decisiones muy claras, que se inclina hacia la senda del Cristo interno. El número seis es la suprema afirmación de la verdad y la suprema negación de la ambición, del orgullo y del mal.
Todo esto nos sugiere que, en cada momento de nuestra vida, nos encontramos ante dos caminos y el objetivo de nuestra existencia es saber qué camino tomar. A veces tenemos un trabajo muy lucrativo, pero con base en la corrupción y el dolor de los demás. En otras ocasiones, nos encontramos ante la situación de si deberíamos beber vino para tener contentos a los demás o si, por el contrario, deberíamos optar por permanecer firmes y sobrios.
«Canilleras con garras que aprisionan sus tobillos y, sobre las canilleras, dos campanolas con las corolas hacia abajo arrojando, una, seis semillas y la otra fuego».
Estos adornos, de garras en los tobillos, nos insisten en que el camino debemos recorrerlo con mucha firmeza, acabando con nuestras debilidades, cuidándonos de no ser tibios, porque dicho está: “O fríos o calientes, porque tibios os vomitaré de mi boca”. Así que debemos actuar con gran tenacidad en ese camino que nos conduce hacia la luz.
Insiste, el número seis, en revelarnos mensajes en todo sentido, primero fue como pétalos y ahora como semillas, como principio, origen de la creación. Y es que, de acuerdo con la cábala, el seis es la estrella de David o Salomón, compuesta por un triángulo con el vértice hacia abajo, símbolo del agua, y otro triangulo con el vértice hacia arriba, símbolo del fuego. Y el simbolismo concluye con una flor derramando el fuego creador. Esta enseñanza del seis, toma entonces el carácter del enamorado (así se le llama al arcano seis del tarot).
Algunos estudiosos muy serios de la antropología han relacionado las flores, que adornan a esta maravillosa escultura, con plantas enteógenas (plantas con las cuales creen que es posible alterar el estado de conciencia). Y, debido a esto, son muchos los que, erróneamente, han alterado la correcta interpretación de las enseñanzas sagradas que nos querían mostrar los antiguos sabios de México.
Es una verdadera lástima ver el estado tan lamentable en que nos encontramos, querer justificar nuestras debilidades con lo más santo es un verdadero desatino. Si bien, en otros tiempos, se conocieron los poderes de las plantas sagradas, no quiere decir que éstas eran utilizadas para ponerse en contacto con la divinidad.
Si eso fuera así, cualquier iracundo, asesino, adúltero, ladrón, etc., podría hacerlo; entonces, ¿En dónde quedaría el purificarse? ¿Para qué lograr virtudes? ¿Para qué las disciplinas como la de los Carmelitas? ¿De qué serviría las férreas prácticas que por años enteros desarrollaban los guerreros águilas? ¿Para qué trabajar por tener una mística como la de San Francisco de Asís? Si con sólo ingerir este tipo de plantas fuera posible elevar nuestros estados de conciencia.
El querer asociar las enseñanzas de Xochipilli con el uso de plantas enteógenas es absurdo, la debilidad humana es tan grande, que se nos hace más fácil pensar en usar plantas y caer en la ilusión de creer que con eso despertaremos consciencia o suponer que podríamos lograr la iniciación, cuando el camino verdadero consiste en destruir nuestros defectos psicológicos. El mal uso y el abuso de estas plantas lo único que logra es fortalecer la fuerza hipnótica de sueño profundo de la conciencia en la que ya nos encontramos sumergidos desde hace siglos.
«Cactli cuyas correas se anudan graciosamente sobre sus pies».
Unas preciosas sandalias (cactli), con correas graciosamente enlazadas, nos indica que es imprescindible acabar con el deseo de lucir, de destacar sobre los demás, de tratar de ser el mejor, de tratar de humillar a otros para resaltar, de realmente comprender que todos somos hermanos. Todo ello, en consecuencia, es un atributo de humildad.
Simboliza que debemos poner muy bien los pies sobre la tierra, que no tenemos que dejarnos engañar por nuestros propios defectos, ya que al ego le encanta resaltar, sobresalir, destacar entre los demás.
«Xochipilli: "Xochitl": flor; "Pilli": principal". Dios de la agricultura, de las flores, de la música, del canto, de la poesía y de la danza. "Flores y cantos son lo más elevado que hay en la Tierra para penetrar en los ámbitos de la verdad", enseñaban los tlamatinime en los Calmécac».
Los filósofos iniciados del antiguo México recibían el nombre de “Hombre Sabio” (Tlamatinime), eran los que instruían en las escuelas esotéricas donde se preparaban los sacerdotes, los guerreros de alto rango y nobles, llamados “Casa del Morador” (Calmécac); es decir, donde se recibía la Gnosis en su sentido más profundo.
Nos enseñan que el sendero, a la luz de la verdad, no se basa en razonamientos estériles, sino que es cuestión más práctica, de sentimientos trascendentales, de sacrificar emociones negativas en aras de las emociones puras del alma.
«Por eso toda su filosofía está teñida por el más puro matiz poético».
Muy interesante es esta enseñanza, ya que los iniciados elevan su estado interior cuando son poetas, es decir, cuando ascienden a un estado más místico, cuando emana la espiritualidad más pura sobre sus emociones, y, desde luego, es una invitación a que reconozcamos que el camino de la iniciación corresponde a los valores del corazón y no al frío intelecto.
«La cara de Xochipilli es impasible pero su corazón rebosa de alegría».
Cuando observamos el rostro impasible de la escultura entendemos lo complicada que está, hoy en día, nuestra mente, sumergida en el doloroso batallar de las antítesis. Por tanto, andamos siempre en conflicto mental, reaccionando incesantemente ante las diferentes circunstancias de la vida. En tal forma de vida, es imposible que uno pueda ver la verdad, por lo que su rostro impasible nos muestra el camino de la serenidad del pensamiento.
Mas, por dentro, su corazón reboza de alegría, del mismo modo en que en el interior de los hogares gnósticos debe reinar la música de los grandes maestros, la alegría, la fraternidad y el anhelo espiritual.
«Quetzalcóatl, el Cristo Cósmico que encarnó entre los nahuas para enseñarles a vivir de acuerdo con las leyes de Dios y para dar su mensaje de triunfo ("En el mundo tendréis aflicción, más confiad, yo he vencido al mundo" Juan 16,33), se desdobla en Xochipilli, quien en el pecho ostenta el símbolo de gran deidad».
Gran misterio develado es el que sepamos que Xochipilli es un desdoblamiento de nuestro Señor Quetzalcóatl, a pesar de ser algo que podría ser insólito, es una gran verdad. Al enunciar esto, Quetzalcóatl toma el simbolismo del Cristo cósmico e íntimo, cuyo atributo principal es la fuerza maravillosa del amor, cuyo representante es, precisamente, Xochipilli. En otras palabras, el atributo del Cristo íntimo es el amor y para merecerlo es menester que logremos acercarnos con hechos claros, destruyendo lo que nos separa de él.
«Las garras felinas del fleco de su coraza son las mismas que a los lados de la cara de Tonatiuh destrozan corazones, símbolo del sacrificio de las emociones del iniciado; sacrificio sin el cual no es posible llegar a Dios».
En la parte central de la Piedra del Sol encontramos a “El que calienta” (Tonatiuh), a los extremos garras felinas (las del Ser interior) estrujando corazones humanos (sacrificio de las pasiones). [Museo Nacional de Antropología]
En el centro de la Piedra del Sol encontramos el famoso Calendario Azteca que es el símbolo de la divinidad entre los antiguos pobladores de México y es llamado: “El que calienta o el que ilumina” (Tonatiuh). Alrededor de la escultura se encuentran, además, unas garras felinas.
Muy extraño podría ser que, en una deidad del amor, encontremos símbolos, aparentemente incongruentes, como unas garras felinas. Ahora bien, las flores que lo adornan son perfectamente comprensibles, pero estas garras como que trastocan el sentido; no obstante, la realidad es que existe una afinidad muy profunda. Por tanto, para que florezca en nuestro corazón el amor, se requiere que realicemos un verdadero sacrificio con las emociones negativas.
Resulta imposible que pueda expresarse el amor si existe en nosotros odio, resentimientos, deseos de venganza, rencores, violencia, agresividad, palabras ofensivas, etc., nada fácil es que dejen de existir estas emociones negativas en nuestro interior, se requiere de un verdadero auto sacrificio.
Práctica: Escuchar la Voz del Silencio
Xochipilli. [Museo Nacional de Antropología]
Tratando de aplicar la enseñanza dejada en la piedra viva, en lo que nos indican las orejeras de jade de Xochipilli y que hace referencia a aprender a escuchar la voz del silencio y las corazonadas o mensajes del Ser, vamos a relajar el cuerpo físico de acuerdo a las instrucciones que el maestro Samael Aun Weor nos da en su libro: “Introducción a la Gnosis”.
«Es indispensable saber relajar el cuerpo para lograr la perfecta concentración del pensamiento: podemos relajar el cuerpo estando sentados en un cómodo sillón, o acostados en la posición de hombre muerto (con los talones tocándose entre sí, los brazos junto a los costados, etc.) De las dos posiciones, la segunda (posición de hombre muerto) es la mejor». «Imagine que sus pies son sutiles, que de ellos se escapan un grupo de enanitos. Imagine que sus pantorrillas están llenas de pequeños enanos juguetones que se están saliendo de uno en otro y que conforme van saliendo, los músculos se van haciendo flexibles y elásticos. Continúe con las rodillas haciendo el mismo ejercicio. Siga con los femorales, órganos sexuales, vientre, corazón, garganta, músculos de la cara y cabeza en orden sucesivo, imaginando que esos pequeños enanos se escapan de cada una de estas partes del cuerpo dejando los músculos completamente relajados».
Una vez relajado el cuerpo, trataremos de colocarnos en el estado, que llamamos en la Gnosis, el Recuerdo de Sí, concentrándonos en nuestro Ser interior profundo, en esa partícula divina de la cual venimos. En un estado contemplativo, sin razonamientos de ninguna especie, procuraremos sentirlo para que, posteriormente, logremos estar en comunión con él.
Podemos auxiliarnos de un sonido sagrado (Mantram) que es a su vez una verdadera oración, nos referimos a la vibración trascendental: Om Masi Padme Yom (Yo estoy en ti y tú estás en mí). Lo debemos vocalizar, verbal o mentalmente, tratando de sentirnos uno con nuestro espíritu inmortal.
«El mantram para despertar la Intuición se escribe así: Om Mani Padme Jum, y se pronuncia así: Om Masi Padme Yom. Es decir, silabeando cada letra así: Ooommm Mmmaaasssiii Paaadmmmeee Yooommm y significa: “Yo estoy en ti y tú estás en mí. Yo soy la joya de loto y en él permaneceré”. Ésta es una plegaria al Íntimo. Él es nuestro Padre que está en secreto, nuestro Espíritu individual, nuestro Real Ser. En lenguaje cristiano, Om Masi Padme Yom podría expresarse con la séptima frase que pronunció el Maestro en el Gólgota: “¡Padre mío en tus manos encomiendo mi Espíritu!”. Om Masi Padme Yom, se debe pronunciar con el corazón, y sumergido en profundo recogimiento, adorando al Íntimo, amando al Íntimo, en meditación profunda... Y así despertará la Intuición, y el cristiano aprenderá a conversar con su Padre que está en secreto». [Preguntas y Respuestas. Samael Aun Weor].
Pondremos nuestra voluntad en juego y haremos todo lo posible para hacer la práctica al despertar y antes de irnos a dormir.
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