El Yo Psicológico
Medusa. Autor: Caravaggio. 1597.
Existe un elemento que es polifacético en su manifestación y muy conocido en todas las culturas arcaicas del mundo, este es el yo psicológico, conocido entre los tibetanos como agregados psíquicos; la medusa entre los griegos , es representada por un ser con cuerpo de víbora y de la cintura hacia arriba con cuerpo de mujer, cuya cabeza en vez de cabello tiene muchas serpientes; el príncipe Ravana y los raksasas entre los hindúes; los señores de Xibalbá, le llaman los mayas; la Coyolxauqui y los 400 surianos, así conocido por los aztecas; Seth y los demonios rojos entre los egipcios; Mara y sus demonios en el budismo; los siete pecados capitales entre el cristianismo prístino: lujuria, pereza, envidia, codicia, orgullo, gula y la ira, capitales porque dan origen a muchos otros según Tomás de Aquino , etc., de ahí la importancia en su estudio que le dan las distintas culturas.
Dicen los tibetanos que el yo psicológico es la doctrina de los muchos, pues se expresan en nosotros como muchos, de modo que el yo es plural, cada yo es una persona dentro de nosotros con mente propia, de modo que podemos decir que dentro de nosotros existen muchas mentes, somos como una casa donde viven muchas personas, cada una con gustos, intereses e inclinaciones diferentes.
El yo psicológico está compuesto por energía negativa, se expresa en nosotros como contradicciones: ¡quiero ir al cine! grita una voz interior, surge otra y dice “que cine ni que nada, ¡voy a ver a mi hermosa novia!, otra más exclama, ¡tengo ganas de un trago, voy a la cantina!, otra surge y dice ¡voy a reclamarle al vecino su insulto hacia mi persona! etc., etc. Esto nos lleva a reconocer que no tenemos una individualidad propia, mucho menos una mente individual, no decidimos por nosotros mismos, somos esclavos del yo, es el yo psicológico, el enemigo secreto, el que nos da las ordenes, somos como una marioneta movida por hilos invisibles.
Si adoptamos el buen hábito de estar observando nuestros pensamientos, sentimientos, acciones, palabras y hasta el modo de caminar, descubriremos que somos movidos por hilos intangibles. Si el yo quiere vernos disgustados, basta que alguien nos insulte y listo, ya estamos riñendo; si un semejante quiere vernos alegres, basta que nos llene de halagos, lisonjas, etc., y ya estamos muy sonrientes, si vemos pasar una persona del sexo opuesto, ya estamos llenos de lujuria y adulterando con el pensamiento y hasta llevamos esos pensamientos a los hechos; si quieren vernos embriagados, basta que nos inviten a beber y listo; oímos por ahí música decadente y ya estamos moviéndonos al compás que nos toquen; de modo que, ¡pues no somos libres! vivimos en la cárcel del yo; el yo tiene prisionera, lo más sagrado que tenemos dentro que es nuestra conciencia.
Todos los grandes fracasos de la vida se deben al Yo. El yo es el origen de todos nuestros problemas, es el causante de todas nuestras enfermedades, es el autor de todos nuestros vicios, pues nos encanta lo negativo, el causante de los conflictos en el matrimonio, con los celos, la ira, el adulterio; de los conflictos entre los países del mundo que se invaden entre sí por ansias de poder y riquezas. Medite fino lector, en todos los problemas, conflictos o enfermedades que ha tenido en el transcurso de su vida y descubrirá la presencia del yo como origen de ellos. Nuestra casa interior está sucia, llena de basura, escorias, egoísmo y ruindad, el querido ego, no nos permite ver que vivimos en el Paraíso; si usted apreciable lector, le pregunta a cualquier animalito de la naturaleza ¿dónde es el Paraíso?... este le contestará: “Estás en él”…
El problema, no es la gente que le rodea, el problema somos nosotros, que nos identificamos con todo y no sabemos ver en el diario vivir, en la convivencia con los demás, la oportunidad maravillosa de auto descubrir sus propios defectos de tipo psicológicos. La misma vida con todos sus pormenores, con todas sus particularidades, es un gimnasio maravilloso para auto descubrir esos errores que tenemos, estos afloran con cada circunstancia de la vida, con cada suceso, con cada hecho y, si estamos en estado de alerta percepción, de alerta novedad, los descubriremos.
Pero ¡ALEGRAOS! fino lector, todo eso puede morir; evidentemente, el trabajo fundamental, estará basado en la muerte de nuestros defectos psicológicos: transformar, sin regateos, la lujuria sabiendo ver al sexo opuesto como una oportunidad de apreciar con asombro místico las obras de Dios; convertir la codicia en caridad; la envidia en satisfacción y alegría por el bien ajeno; el orgullo por humildad; la pereza por amor al movimiento, al trabajo, el servir a los demás; la gula por moderación en todo lo que hagamos; la ira por dulzura de carácter, serenidad, tranquilidad. Todo esto nos convertirá en individuos con la conciencia libre del yo ¡sí!, seremos personas libres, con alegría de vivir, irradiaremos optimismo, fuerza espiritual, salud. En síntesis: seremos capaces de generar nuestras propias circunstancias y seremos un ejemplo para nuestros hijos, para nuestros semejantes. No olvidemos las palabras del V. M. Samael Aun Weor: “la mejor forma de ayudar a los demás, es cambiando uno mismo” ¿Acaso seremos capaces de menospreciar todo esto y preferir el dolor, la enfermedad y todo tipo de problemas?... ¡Reflexione y actúe!...
Dice el Maestro Samael en su libro “Introducción la Gnosis”:
“Usted necesita explorar profundamente todos los trasfondos de su mente porque dentro tiene eso que se llama: yo, mí mismo, ego, etc.
Si quiere triunfar en la vida debe disolver el yo, si quiere disolver el yo, debe desintegrar todos sus defectos, si quiere desintegrar todos sus defectos, no los condene ni los justifique: Compréndalos, cuando condenamos un defecto, lo escondemos en los profundos recovecos de la mente, cuando justificamos un defecto, lo robustecemos horriblemente. Pero cuando comprendemos un determinado defecto entonces lo desintegramos completamente.
Práctica.- Un gran hombre, después de haberse estudiado a sí mismo, descubrió que tenía doce defectos que le estaban perjudicando. Este hombre dijo: "Así como es imposible cazar diez liebres al mismo tiempo, porque el cazador que quisiese hacer esto no cazaría ninguna, así también es imposible acabar con mis doce defectos al mismo tiempo".
Este hombre llego a la conclusión de que sería mejor casar una liebre y luego otra; acabar primero con un defecto y luego con otro. Resolvió este hombre dedicarle dos meses a cada defecto. Cuando el hombre llegó a los veinticuatro meses ya no tenía los defectos, había acabado con los doce defectos que le impedían llegar al triunfo. El resultado fue maravilloso, este hombre se convirtió en el primer ciudadano de los Estados Unidos, su nombre: Benjamín Franklin. Imite usted a este personaje, examínese y vea cuantos defectos tiene. Cuéntelos, enumérelos, Luego dedíqueles dos meses a cada defecto, en orden sucesivo, hasta que los elimine todos.
Siéntese en un cómodo sillón y ore a su Dios Interno así: Padre mío, tú que eres mi verdadero ser, tú que eres mi Dios Interno, Ilumíname, ayúdame, hazme ver mis propios defectos, amen.
Concéntrese en esta plegaria hasta llegar al sueño profundo, trate de descubrir todos sus defectos. Le aconsejamos leer la Biblia. En los cuatro Evangelios se encuentra la palabra del Divino Maestro, ahí verá las virtudes que necesita, ahí descubrirá las virtudes que le faltan. Donde falta una virtud existe un defecto. Cuando el yo se disuelve nos llenamos de plenitud y felicidad, cuando el yo se disuelve se expresa dentro de nosotros y a través de nosotros el Ser, el Espíritu, el Amor”.
Enviado por: Instructor José Isabel Mauricio Vargas en Rincón de Romos y Loreto, Zac
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