El Templo de Quetzalcóatl
Estamos ante uno de los templos más enigmáticos y bellos de la antigüedad; al contemplar los grabados nos encontramos con simbolismos que nos llevan a reflexionar sobre origen mismo de la vida y sorprendentemente descubrimos la enseñanza precisa para lograr el auto descubrimiento, es decir, encontrar la gnosis.
Estar en este mágico lugar, nos hace recordar los rituales que se realizaban en este templo, no es difícil imaginar a los majestuosos sacerdotes del pasado, ataviados con plumas de quetzal preciosas, ropajes negros, blancos y rojos. En un ambiente lleno de respeto y veneración, los asistentes impregnados de una profunda espiritualidad siguiendo cada paso del ceremonial sagrado.
El humo del copal con caracoles marinos molidos, de mismo los colores de la vestidura sagrada del sacerdote dirigente, símbolo del Tercer Logos o Espíritu Santo.
Conscientes de lo que la Madre Natura nos da para vivir, estos rituales sagrados realizados en este templo eran para agradecer y pedir que estas fuerzas sigan manifestándose en todo lo creado. Entonces vocalizaban las silabas sagradas “In En”, valdría la pena retomar esas costumbres milenarias.
La serpiente, emblema del Eterno Principio Femenino Divinal, la vemos, bellamente, esculpida en la roca. A su lado, encontramos el caracol de mar, emblema perfecto de la espiral de las existencias.
La vida se va desenvolviendo repitiendo las recurrencias de pasadas existencias, ya en espiras más elevadas ya en espiras más bajas como las que representa un caracol. Si en el pasado nos casamos y engañamos a la pareja, en esta existencia volveremos a reencontrarla, pero, de acuerdo a la ley del karma, ahora seremos engañados.
Si estafamos a un amigo o pariente en una vida anterior, ahora nos reencontraremos con esas personas, se vuelven a repetir los hechos, las escenas, los dramas, las comedias, las tragedias, pero ahora seremos nosotros los estafados.
Así vamos de existencia en existencia, cada vez en espiras, generalmente, más bajas. Pero, y aquí está lo interesante, es mediante el poder que está representado en la serpiente sagrada de los antiguos mexicanos que es posible trascender. Es con la sabiduría hermética, la ayuda de la Madre Divina, como podemos emanciparnos del dolor.
El caracol simboliza el proceso de la esencia a través de los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Todo ello, con el fin de lograr una revolución auténtica y regresar al seno de aquello que no tiene nombre.
Lo que más destaca, en este templo de las mil y una noches, son el “dios de la lluvia” (Tláloc) y la “Serpiente Emplumada” (Quetzalcóatl), envuelto en símbolos acuáticos, dándonos una de las enseñanzas más sublimes e importantes de todos los tiempos.
El “vino que bebe la tierra” (Tláloc), nos representa, claramente, el agua, pero no sólo el agua que da la vida a todo lo existente, sino también el agua pura de vida, esas aguas que nos trajeron al tapete de la existencia. Esas aguas que hay que cuidar y conservar para poder transformarlas y lograr que asciendan victoriosamente.
En la alquimia medieval se habla de lograr una mezcla, representada en el tarot por el arcano catorce, donde un ángel mezcla un cáliz de plata y otro de oro. En Copán encontramos en sus bellísimas estelas, generalmente, en sus vestiduras sagradas, la cruz de San Andrés (en forma de equis) que nos representan lo mismo: el agua debe mezclarse con el fuego.
Es por eso que encontramos al “dios de la lluvia” (Tláloc), símbolo del agua, junto a la “Serpiente Emplumada” (Quetzalcóatl) representando al fuego creador. Esto es tanto para lo macro cósmico como para lo micro cósmico, para el universo mismo y el ser humano. Para cumplir con aquella máxima de Hermes Trismegisto: “tal como es arriba es abajo”, así como se formó el universo, así deberá formarse el firmamento interior.
Es, verdaderamente, impresionante la forma en que nuestros antepasados representan a nuestro señor Quetzalcóatl emergiendo de una flor, indicándonos la posibilidad de que dentro de cada uno de nosotros pueda surgir, desarrollarse y encarnar el fuego maravilloso del amor. Además, nos indica el fuego sagrado interno del ser humano, que se encuentra adormecido, y que está en espera de ser despertado a través de los méritos del corazón y por el trabajo de conducir nuestro matrimonio en el camino esotérico.
Se considera que había siete basamentos en este “Templo de Quetzalcóatl”, símbolo de la ley que todo lo organiza o perfecciona, la Ley del Siete o Ley del Heptaparaparshinok y de los siete grados de poder del fuego que todo iniciado debe desarrollar.
Dos pozos de agua se encuentran, en el “Templo de Quetzalcóatl”, en Teotihuacan. Se trata de los dos mercurios de la alquimia, a través de los cuales es posible elaborar la Piedra Filosofal (el ser humano auto realizado).
¿Dónde podremos encontrar esos mercurios para realizar la Gran Obra? Los podemos hallar dentro del mismo ser humano, no están fuera, quien quiera buscar los secretos más grandes del universo, deberá buscarlos en sí mismo. Se trata de las fuerzas magnéticas sexuales de la mujer y del varón.
«Ahora comprenderán ustedes por qué en el Templo de las Serpientes, es decir, en el Templo de Quetzalcóatl, en Teotihuacan, encontramos nosotros un pozo al entrar y otro pozo al salir, como para hablarnos de los dos mercurios, y esto resulta bastante interesante...» [Samael Aun Weor. “La Piedra Filosofal”]
A la fuerza magnética femenina se le llama de “Ob”; a la masculina, fuerza de “Od”. Ahora bien, cuando logran mezclarse, se obtiene una tercera fuerza llamada “Aur”, capaz de obrar cualquier milagro. Desde luego, saber mezclar estas fuerzas requiere de toda una industria, de un arte delicadísimo, de aprender, verdaderamente, a amar.
El trabajo con la pareja no es solamente en el momento de la comunión amorosa, en realidad, éste es un trabajo en todo momento. Por tanto, una palabra irónica, una abominable comparación, la frialdad en el trato y, sobre todo, no ponerse en el lugar de la pareja, puede afectar, tremendamente, este arte mágico de aprender a manejar las fuerzas cósmicas que se manifiestan en el interior de cada uno.
La sabiduría iniciática que se encuentra, en el “Templo de Quetzalcóatl”, en Teotihuacan, es impresionante, ya que cada grabado, cada elemento que lo constituye es una verdadera cátedra que va dirigida a lo más profundo de nuestro Ser. La enseñanza aquí contenida no pertenece al pasado, es algo que debemos manifestar en este instante de nuestra vida, ni un segundo más tarde, ni un segundo atrás, es para vivir aquí y ahora.
«Ha llegado el momento de saber que, en las pirámides de Teotihuacan, aún se escucha el verbo que resuena de los antiguos maestros de Anáhuac.» [Samael Aun Weor. “El Súper Hombre”]
Enviado por: Jenaro Ismael Reyes Tovar y Ma. Guadalupe Rodríguez Licea
Fotos: Francisco Ismael Moreno Luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario