Libro: La Doctrina de Xochipilli
Capítulo 3
La Doctrina de Xochipilli
Tenemos una enseñanza extraordinaria, sublime y portentosa, que hemos heredado de nuestros antepasados, y es la forma de conservar la luna de miel para siempre. Ésa es la doctrina de Xochipilli, y quienes sigan estos lineamientos, dejados por este gran maestro, podrán tener la dicha de disfrutar las delicias que puede ofrecernos el matrimonio, y eso lo logran aquéllos que aplican estas enseñanzas.
«Entre los antiguos pueblos de Anáhuac, fue Xochipilli el dios del canto, del amor y de la belleza; Xochipilli nos enseña a conservar las delicias indiscutibles de la “Luna de Miel”... ¡Es lástima que la gente no comprenda la Doctrina de Xochipilli!». [El Poder del amor. Samael Aun Weor].
Xochiquétzal y Xochipilli, dioses de las flores y del amor. En medio de ellos el sol de la verdad y descendiendo un águila de la espiritualidad. Mostrándonos que el amor, la verdad y la espiritualidad se hayan relacionadas entre sí [Códice Borgia]
Es verdaderamente lamentable que el ser humano esté empeñado en destruir la luna de miel, en terminar con el matrimonio, en convertirlo en un verdadero infierno. Las discusiones son el pan de cada día y, por ello, es frecuente que alguien de la pareja comience a decir una palabra irónica, criticar un error o comparar al cónyuge con alguien. En tales circunstancias, vamos a sentimos ofendidos y quizás se moleste nuestro orgullo, dando como resultado que respondamos airadamente. Todo lo anterior da como resultado que el matrimonio se convierta en un verdadero campo de batalla.
Aparentemente el conflicto pasa y viene una reconciliación fingida, pero en el fondo queda un resentimiento, un verdadero veneno en el subconsciente, que continúa alimentándose en las profundidades psicológicas sin que nos percatemos. Lamentablemente, tal odio encarcelará un fragmento de eso que se llama amor.
La vida cotidiana continúa y detalles, que parecen insignificantes, van devorando cada vez más la fuerza del cariño. Se nos olvidó el aniversario; ya no le decimos a la pareja que bien se ve con determinada ropa; perdimos la costumbre de regalarle una flor; absortos en nuestros problemas del trabajo o de la casa, en la noticia del día o en ese aparato hipnotizador al que llamamos celular, olvidamos escuchar a nuestra pareja. Por tanto, dentro de las entrañas oscuras de nosotros mismos, ese monstruo del resentimiento toma más y más fuerza y se va haciendo de unas proporciones gigantescas e inimaginables. Lo peor de todo es que ni siquiera nos damos cuenta.
«Si se quiere conservar en realidad la “Luna de Miel”, hay que eliminar la ira, hay que eliminar los celos, hay que eliminar el egoísmo; debemos volvernos comprensivos, aprender a dispensar al ser amado todos sus errores... Nadie nace perfecto; el hombre debe saber que la mujer tiene sus defectos, la mujer debe comprender que el hombre tiene los suyos. Mutuamente deben dispensarse sus defectos de tipo psicológico; si así proceden, conservarían la “Luna de Miel”...». [El Milagro del Amor. Samael Aun Weor].
Por si fuera poco, desconocemos que somos como dos magnetos, no sabemos que debe existir una pausa magnética creadora que permita “digerir” el intercambio magnético entre el varón y la mujer. Llenos de pasión animal y, desde luego, sin amor, envilecidos realmente por la lujuria, no permitimos que haya esa digestión magnética; y de la misma forma en que uno se cansa cuando hay mucho ruido o excesiva luz, cuando no respetamos esa pausa magnética creadora, terminamos también fastidiados. En consecuencia, sin darnos cuenta, terminamos en pleitos y discusiones sin sentido.
Al final de unos meses y, en el mejor de los casos, al cabo de unos cuantos años, la luna de miel se ha perdido y ahora sólo nos queda una horrible “luna de hiel”. No obstante, el maestro Xochipilli deja una fórmula de inmenso poder mágico, reservado sólo para gente muy paciente, decidida y con grandes anhelos de penetrar en los sagrados misterios del amor.
Mas, ¿cómo lograr trascender esto que parece casi ineludible? La mayor parte de los matrimonios llegan a perder ese estado que llamamos: la luna de miel. La clave que nos da Xochipilli es aprender a dispensar los errores colocándonos en el lugar del otro, desarrollando la comprensión creadora y eliminado los yoes que nos impiden amar.
Es ante todo un trabajo arduo que requiere de mucha entereza y tenacidad, ya que éste no produce sus resultados de la noche a la mañana. Por tanto, tenemos que trabajar incansablemente en nuestro interior, cada cual en el suyo propio, porque no podemos transformar a nadie y, además, esperar que cambien los demás para nosotros poder cambiar. En consecuencia, debemos iniciar un trabajo serio en lo interno para cambiar nuestra propia naturaleza.
La doctrina de Xochipilli no va dirigida a la mente, es un trabajo que va encaminado a influir directamente en la conciencia. Esto, obviamente, es algo que origina cambios que no son superficiales, sino que van a la raíz de las cosas.
Xochipilli (la fuerza del amor) abre los ojos (de la visión espiritual) y da la vida (para que nazca el Cristo íntimo). [Códice Borgia]
Se necesita de mucha auto observación y meditación para lograrlo. El maestro Samael en su conferencia: El milagro del amor, nos traduce la doctrina de Xochipilli a nuestra época con una formula muy precisa:
«¿Qué te insultó la mujer, qué te dijo palabras duras? Tú mantente sereno, apacible; no reacciones por nada de la vida, muérdete la lengua antes que contestar; al fin, ella, al verte tan sereno, sin ningún tipo de reacción, se sentirá tremendamente avergonzada y te pedirá perdón...».
Es muy interesante lo que aquí se afirma, porque no se trata de aguantarse el enojo, ni de reprimirse, ya que esto, además de alimentar negativamente al ego, genera que los yoes se pongan en contacto telepático y la confrontación, de todos modos, exista.
Se trata de ofrecer no sólo resistencia externa, sino, además, interna. El Tao Te King afirma: “El sabio maneja sus asuntos sin actuar, y difunde sus enseñanzas sin hablar”. De esta forma se actúa en el nivel de la conciencia, y, cuando la conciencia trabaja, el éxito es ineludible.
Para lograrlo, debemos aprender a transformar nuestras impresiones, aplicar el primer choque consciente que consiste en colocar la conciencia, entre el evento desagradable y nuestra mente, para que ésta no reaccione violentamente.
Es necesario aplicar un nivel de comprensión en cual, por ejemplo, somos nosotros mismos los que le damos el valor a las palabras ofensivas que nos dicen, y si no traducimos esas palabras, éstas quedarán como un cheque sin fondo, sin valor. Al encontrarnos en ese nivel de comprensión se conseguiría que nuestra mente no reaccionara ante el enojo y podríamos, en consecuencia, lograr la serenidad.
Deidad asociada al Murciélago (Camazotz), quien asistía a las pruebas en donde uno tenía que enfrentarse a sí mismo y reconocer sus propios errores. [Museo del Templo Mayor]
«¿Te insultó tu marido, mujer? ¿Qué te dijo? ¿Te está celando con el novio que tenías antes? ¿Qué pasó, está hoy el hombre de mal carácter, regresó de la calle tremendamente neurasténico? ¡Tú mantente serena, alcánzale su comida, su ropa; ayúdalo a bañarse, bésalo, ámalo, y cuanto más te insulte, tú más ámalo!...».
Aquí de ninguna manera estamos hablando a favor de ser un resignado, de aceptar golpes o cosas por el estilo. Se trata de aplicar comprensión, no de sumisión. Bien dice el axioma popular: “Hay que ser mansos, pero no mensos”.
La doctrina de Xochipilli enfatiza en que debemos ponernos en el lugar de nuestra pareja; es decir, tratar de sentir lo que ella siente y pensar lo que ella piensa; como dice un proverbio sioux: “Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus mocasines”.
Desde luego, lo primero que deberíamos lograr es el llamado “Recuerdo de Sí”, porque si ni siquiera somos capaces de estar conscientes de sí mismos, menos podríamos estar conscientes del cónyuge, así que la tarea básica consiste en que tratemos de estar viviendo de instante en instante, cada segundo. Por tanto, si nos encontramos comiendo es necesario que nuestra conciencia se halle también en la comida, y si, por ejemplo, caminamos, nuestra conciencia nos debe acompañar para que no se escape hacia otros rumbos.
No vivir ni en el futuro ni en el pasado y que nuestra consciencia se encuentre en el lugar y actividad que estemos realizando. Al respecto nos dice el Dalai Lama: "Sólo existen dos días en el año en los que nada puede ser hecho. Uno se llama ayer y el otro mañana. Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, crecer y principalmente vivir".
Para lograr esta tarea, de sentir lo que la pareja siente, un maestro hindú (Shantideva) nos comenta que hay que invertir el yo en el otro. Es decir, que lo que queramos para nosotros, de igual forma, lo anhelemos para el otro. Ahora bien, este maestro iluminado nos enseña que si invertimos el yo (lo que queremos para nosotros) en el otro (sintiéndolo hacia nuestra pareja, en verdad, como algo primordial) entonces todo cambiará en nuestra vida.
«¿Qué sucederá al fin? Pueden ustedes estar seguras, mujeres, que el hombre al fin se sentirá tremendamente arrepentido; sentirá que los remordimientos le estragan el corazón, y hasta se hincará para pedirte perdón; verá en ti una santa, una mártir; se considerará él un tirano, un malvado... ¡Habrás ganado la batalla!».
El remordimiento es un llamado de la conciencia, ya que, cuando esto sucede, se trabaja desde lo más profundo y hondo del ser humano. Por tanto, no se trata de cambios superficiales, sino de fondo.
Es un proceso de trabajo intenso debido a que todos tenemos defectos psicológicos. Ahora bien, el nivel de Ser atrae un similar nivel del Ser. Por tanto, así como seamos nosotros, será el nivel espiritual de nuestra pareja. En consecuencia, si somos unos “diablos”, no podemos pedir como pareja un ángel bajado del cielo.
Xochipilli (el amor) agarrando el cordón umbilical del niño (Cristo íntimo) que está por nacer, porque solo tomando con firmeza el amor es posible lograrlo. [Códice Borgia]
«Si ambos, hombre y mujer, proceden así, si actúan de acuerdo con esta fórmula, puedo garantizarles que no se pierde la “Luna de Miel”. El hombre va aprendiendo poco a poco a dominarse, al comprender que su mujer es una santa, y la mujer poco a poco va aprendiendo a controlarse, a medida que se va dando cuenta de que su varón es tremendamente noble».
Las enseñanzas de Xochipilli, aclaradas por el maestro Samael, nos hablan de un trabajo interior constante que nos permite obtener un dominio sobre sí mismos y nos posibilita para poder controlar nuestras emociones y pensamientos negativos. No se trata de “agregue agua y ya está”, tampoco se trata de un conocimiento “light” o superficial como todo lo de esta época; es algo que cuesta trabajo, que se logra de manera gradual y que lleva su buen tiempo.
«Llega el momento en que ninguno de los dos quiere herirse, se idolatran, continúa la “Luna de Miel” durante toda la vida (ése es el arte de amar y de ser amado)».
Tal y como mencionan las escrituras tántricas del oriente:“Hacer del matrimonio un culto”. Por ejemplo, el varón deberá rendir culto a la Madre Divina a través de la mujer. Ahora bien, “Shakti” es la Madre Divina en la India, “puja”, en sánscrito, significa culto. El “Shakti Puja” (el culto a la Madre Divina) se hace a través del “Shoroashi Puja” (el culto a la mujer). De igual manera, la mujer puede rendir culto al Tercer Logos o Espíritu Santo viéndolo manifiesto en el varón; esto es amarse en niveles muy profundos de espiritualidad.
«¿Llora tu mujer? Bésale sus lágrimas, acaríciala... ¿Qué ella no acepta las caricias? Bueno, aguárdate un poco, a que le pase la ira; la ira tiene un principio y tiene un fin. Cualquier tempestad por muy fuerte que sea, tiene su principio y tiene su conclusión. Aguarda un momento y verás el resultado; lo importante es que tú no te enojes; si lo logras, si te controlas a ti mismo, al fin ella vendrá “mansita” a pedirte perdón (¡y cuán grande es la dicha de la reconciliación!)».
Dominarse a sí mismo y dispensar los errores, ésa es la tarea a realizar, ésa es la receta para conservar la luna de miel. Indudablemente, el trabajo es en contra de los yoes que cargamos y consiste, precisamente, en eliminar esos miles de defectos psicológicos que habitan en nuestro interior.
Para lograr que surja el amor, debemos trabajar con una serie de defectos psicológicos que nos impiden amar: la ira, los celos, la intolerancia y la pasión. Éstos son algunos de los defectos que tenemos que estudiar a fondo para eliminarlos, porque mientras éstos existan, será imposible que el esquivo niño del amor se quede en nuestro hogar.
“La adornada con cascabeles” (Coyolxauhqui) símbolo de la lujuria, destrozada indicando el camino preciso a seguir. [Museo del Templo Mayor]
La pasión es un veneno que engaña nuestra mente y corazón. Ella es bestial, animal, y nada tiene que ver con el amor, son como sustancias incompatibles. Cuando nos ciega la pasión creemos que estamos enamorados, pero en realidad es un paredón sin cimientos, basta un empujoncito para que caiga hecho pedazos. Cuando nos encontramos apasionados juramos, con lágrimas de sangre, que amaremos para toda la eternidad, pero pasan unos cuantos meses y, una vez satisfecha nuestra pasión, se cae la relación al suelo como un castillo de naipes.
Debemos perdernos en los ojos del ser amado, cuando estamos dispuestos a dar la vida para que el ser querido viva, cuando estamos dispuestos a sacrificar trabajo, comodidades, dinero, etc., cuando sólo pensamos en la felicidad del ser que adoramos y no en nosotros mismos, estaremos en camino de que aparezca eso que se llama amor.
Nos dice San Pablo: “Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. (Carta de San Pablo a los Corintios 13, 1-13).
Los celos son peores que los colmillos de un perro rabioso; por ello, Salomón dice que los celos son crueles como la tumba. Cuando decimos de la pareja: “Tiene celos, es porque me ama”, estamos completamente equivocados. El amor nada tiene que ver con los celos, ya que ellos se basan en el miedo. Por tanto, cuando sentimos celos, tememos perder lo más querido, y ese temor logra engañar la mente; en consecuencia, de una pulga hacemos un caballo, exageramos las cosas y terminamos en conflictos muy graves.
No afirmamos que debemos ser descuidados y suceda, por ejemplo, que el varón no se arregle para su esposa o que la mujer ande desaliñada en la casa. Es muy común que muchos de nosotros cuidamos del arreglo personal al salir a la calle y olvidamos estar un poco presentables para nuestra pareja. Tampoco decimos que se debe dejar por mucho tiempo a la pareja sin cuidado alguno. Por tanto, debemos cuidarnos, arreglarnos para atraer la pareja y, desde luego, cultivar los detalles, pero esto nada tiene que ver con la inseguridad de perder al ser amado.
La ira tiene sus raíces en múltiples defectos psicológicos. Por ello, cuando nos hieren el amor propio, eso es suficiente para estallar, rasgar nuestras vestiduras, gritar; en otras ocasiones, es la auto consideración, pensamos de sí mismos lo mejor, que somos unas mansas ovejas y cuando no se hace lo que pensamos que es correcto, viene una terrible escena de platos y vasos rotos.
Se ha calculado que tenemos, aproximadamente, 10,000 defectos. Ahora bien, si no podemos solamente colocarnos de acuerdo con nosotros mismos, será aún más difícil lograrlo con los 20,000 yoes que agrega nuestra pareja y que tienen diferentes intereses que no conducen a ningún tipo de conciliación.
Serpiente (la Madre Divina) devorando un esqueleto (la muerte de los defectos), indicando que el Eterno Femenino Divinal puede desintegrar nuestros defectos cuando los hemos comprendido. [Tula Hidalgo]
La intolerancia es el pan de cada día en los hogares, vemos nuestros defectos reflejados en nuestros padres, hijos y, por supuesto, la pareja. Lo que juzgamos en los demás es lo que, precisamente, de sobra tenemos. Nos enojamos mucho porque vemos a los demás enajenados por la televisión, los juegos, los celulares, pero nosotros estamos, igualmente, enajenados por cosas que creemos que son muy importantes. Dado lo anterior, nos vemos reflejados en los demás.
Exigimos que los demás cambien para poder nosotros cambiar, los defectos que vemos en los demás, los tenemos de sobra nosotros. No toleramos que los demás se enojen, pero también nos enojamos. Los yoes que otros tienen, también nosotros los tenemos, quizás en otra dirección, pero, al final, es lo mismo.
El jaguar tiene muchos significados, entre ellos tenemos la fiereza con la que hay que combatir nuestras propias pasiones bestiales. [Teotihuacán]
El adulterio se ha vuelto más común que la papa y la cebolla. Ahora bien, alguien, verdaderamente enamorado, preferiría la muerte antes de cometer adulterio. Escenas dantescas son originadas por el adulterio, ya que éste logra mezclar fuerzas que no corresponden con la armonía de un hogar.
Una de las causas más poderosas que da origen al adulterio es la falta de afinidad, en los siete planos de conciencia, entre los cónyuges. A veces, somos afines en el plano físico (existe atracción sexual) y hay armonía en las emociones, pero, probablemente, uno de la pareja tiene más inclinación hacia una religión y el otro, a cualquiera. Adicionalmente, en otras ocasiones, la voluntad no se dirige en idénticas direcciones.
Es probable que, en el trabajo, en la escuela o en el templo, se encuentre con alguien con quien tenga compatibilidad en ese plano, y claro, viene, en consecuencia, el adulterio. Obviamente, quien nos hace incompatibles es el ego, no se trata de justificar el adulterio, se trata de trabajar para que cada día exista más afinidad en el hogar.
Aunque queramos justificarlo, el maestro Jesús prohibió el adulterio, debido a lo dormido de nuestra conciencia en que estamos, es probable que hayamos tenido ya, más de una pareja, pero valdría la pena ya detener esa búsqueda insaciable. En el lenguaje alquimista simbólicamente a la pareja se le llama el “Vaso hermético”, porque se le compara como el medio del laboratorio para trabajar en la transformación interna, pero algunos no nos conformamos con un vaso, casi ya completamos toda una vajilla. Debemos recordar que cada pareja con que estemos estaremos unidos por siempre, esto quiere decir que cuando más parejas tengamos, más serán las fuerzas con las que tengamos que combatir.
Paracelso dice que la unión sexual nos une para la eternidad y es mucho más fuerte que un pacto de sangre. Por ello, se generará un pacto para siempre con cada persona con la cual tengamos una unión íntima, es decir, que, desde ese momento, nos veremos afectados por todo lo que haga la otra persona.
Si somos solteros, hay que tener paciencia, hay que saber esperar la ley del destino, no hay que apresurar las cosas, debemos tener confianza en que llegará nuestra pareja en su momento indicado.
En la medida en que destruyamos cada defecto que nos impide amar, nuestro hogar será mejor. Por tanto, son los yoes los que debemos combatir, y éstos se encuentran dentro de nosotros, la lucha es contra nosotros mismos, la guerra es contra nuestros vicios y defectos.
Práctica: Reconocer defectos
Muro de cráneos, mostrándonos la necesidad de eliminar los innumerables defectos psicológicos que nos impiden amar. [Templo Mayor]
Vamos a la acción y tratemos de comenzar a vivir una parte de la doctrina de Xochipilli. En forma serena, hagamos una lista de los defectos que creemos ver en nuestra pareja. Propongámonos en el curso de la vida cotidiana, a través de la auto observación psicológica, descubrir cada defecto psicológico que esté latente, pero manifestándose en nosotros mismos.
Trataremos de ahondar en esta tarea con la mente en silencio.
1. Relajamos el cuerpo físico (ver capítulo 1.)
2. Relajamos nuestra mente (ver capítulo 2).
3. Suplicamos a nuestro Real Ser Interior ayuda para descubrir esos defectos que creemos ver en nuestra pareja, pero que se encuentran en nosotros mismos. Para lograr lo anterior podemos ayudarnos con la siguiente oración que nos dejó el maestro Samael Aun Weor en su libro: “Introducción a la Gnosis”:
«Siéntese Ud. en un cómodo sillón. Y ore a su dios interno así: Tú que eres mi verdadero Ser, Tú que eres mi dios interno, iluminadme, ayudadme. Hazme ver mis propios defectos. Amen. Concéntrese Ud. en esta plegaria hasta llegar al sueño profundo. Trate Ud. de descubrir todos sus defectos».
Hay que llevar a cabo este estudio hasta que logremos identificar, en cada uno de nosotros, cada defecto enlistado. Podremos comprobar que en la medida en que descubramos esos yoes en nosotros mismos, y los estudiemos a fondo para tratar de comprenderlos, de igual forma será como nuestro hogar, gradualmente, pasará de ser considerado un infierno, a un estado dicha inefable.
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